Aburrimiento. [Lesther] [+18]

-Oh... -Murmuró- Gracias... Los tuyos también son hermosos.

Si quería tocarle podía hacerlo. Se lo había ganado después de pagar todo eso, y llevarle hasta allí.

-Quizás... Sea más interesante no saberlo ¿No?

- Al parecer tenemos varias cosas en común... -susurró muy cerca de sus labios, rozandolos con suavidad siendo ese el único contacto entre sus cuerpos.

El calor del pelinegro era exquisito. Era totalmente contrastante a su estado. Debido a que aún no se alimentaba su cuerpo parecía ser de marmol. Frío y blanco como un papel. De alguna manera deseó que el otro no lo notara. No quería que se espantara.

- Usted.. es hermoso. -susurró ansioso.

Se estremeció al contacto de sus labios, y esperó un poco, temblando, tentado. El vino, realmente se le había subido a la cabeza.

-U-uhm...

Volvió a rozar sus labios, y volvió a temblar, como si el contacto le produjera una corriente eléctrica, que viajaba a través de todo su cuerpo, de la cabeza a la punta de los pies.

El beso comenzó suave, dulce, mientras apegaba su cuerpo más al de Lesther, suspirando levemente, sus ojos cerrados.

Realmente no había esperado que aquello comenzara así, por mas que lo hubiese deseado.

su cuerpo se estremeció al sentir el calor de los labios ajenos. La tentación de abrazarlo era grande, pero había prometido no hacerlo. Por ello se dedicó a besarle, suavemente, luego mas intenso, procurando que sus colmillos no le hiriesen la boca, procurando, en lo posible que no los sintiera.

Mh..~ -gimió sutilmente al sentir la cercanía de su cuerpo, ahora sería dificil el poder parar.

Su lengua rozó sus colmillos levemente y tembló, pero no se detuvo a pensarlo, y siguió con el beso, profundizándolo, atrayéndole más a su cuerpo, abrazándole a la altura del cuello, acariciando su nuca, pegando ambos cuerpos, buscando de manera necesitada aquél contacto.

-Uhm...~

Suaves ruidos se le escapaban de los labios. Lentamente se dejó caer hacia atrás, disfrutando aquel contacto, incitandolo a más. El beso se volvió apasionado y el pelirojo ya no pudo estar tranquilo.

Se separó sutilmente para dejarlo respirar y le miró a los ojos.

-Puedo tocarle mi señor...? -susurró sensual, hambriento, necesitado. Jadeaba por la ansiedad mas que por la exitación que, debido a la sed cada vez era menos soportable, menos controlable.

A pesar de estar frío como una piedra estaba comenzando a exitarse.

-C...claro que sí...

Murmuró, avergonzado, encima de él, temblando por el contacto, renaudando el beso con fiereza, atrayéndole, necesitado.

Algo había en él que le atraía más que nada en el mundo. Era peligroso, no sabía porqué, pero esa impresión le daba... Y le gustaba.

Sus manos recorrieron libremente el pecho ajeno, su temperatura subiendo rápidamente.

Sus manos rodearon la cintura del pelinegro y se colaron bajo sus ropas, esperaba que el contacto frio no le incomodara demaciado al chico.

Respondió el beso hasta sentir los labios adormecidos. Cuando eso ocurrió se separó y comenzó a bajar por su rostro hasta su cuello. Ahí lamió su piel y mordió suavemente, por supuesto sin enterrar sus colmillos, aún no...

Sentía el calor venir del joven y cada roce entre sus cuerpos, en especial entre sus entrepiernas le hacía estremecer.

-Ah... Su aroma es exquisito... -susurró como si él fuese el embriagado.

Tembló y un quejido abandonó sus labios suavemente, para perderse dentro de los del pelirrojo.
Al sentir la mordida se arqueó levemente, temblando, y se mordió los labios con fuerza.

No podía responder. Se sentía bien, muy bien, pero estaba avergonzado. No estaba en definitiva acostumbrado a esas cosas, por muy bien que se sintieran.

-L-lesther...

Gimió levemente, apegándose al cuerpo ajeno.

La tentación era grande, sin embargo por algún motivo era incapaz de morderlo. ¿Acabaría todo, no es así? Entonces prefería soportar el hambre. Después de todo no hace mucho que era un vampiro, considerando que para estos 100 años no son nada. Actos humanos como aquellos, besos, caricias, le eran tentadores, siempre lo fueron.

En un movimiento rápido logró posicionarse por sobre el pelinegro y continuó besando su cuello para luego bajar a medida que se deshacia de las ropas que cubrian su torso. Beso tras beso hasta desnudarlo, hasta topar con el borde de su pantalón.

Su lado más pesado se rindió porfin. Se dejó hacer, se dejó acariciar sin siquiera pensar en poner una resistencia, ni la más mínima.

-Uhm...

Acarició la nuca de Lesther mientras bajaba por su cuerpo, y tembló al sentirle tan cerca de su entrepierna.

-M...más...

Aquel chico no dejaba de sorprenderle y muy gratamente. El oírle pidiendo por más no era algo que se hubiese esperado a decir verdad. Una parte de si se sentía un tanto mla por haber aprovechado el estado del joven para llegar hasta esto, pero por otro lado no podía evitar desearlo.

- Como desee mi señor... -susurró con suavidad mientras bajaba los pantalones del chico, con cuidado y sin parecer demaciado ansioso. Continuó con los besos bajando hasta rozar su entrepierna. El calor era mayor en la zona lo que sin dudas le seguía tentando. Una vez le desnudó por completo volvió a su entrepierna. Miró un poco lascivo al muchacho para luego decidirse a tomar su miembro e introducirlo en su boca, con el mismo cuidado del beso, procurando que sus colmillos no le hicieran daño.

Se mordió los labios una vez más, su cuerpo atrapado en mil sensaciones placenteras. Amaba como contrastaba el frío de la piel de su acompañante con la suya, cálida, casi afiebrada.

-¡Aah!

Sus manos acariciaron ahora las mejillas ajenas, la frente, el cabello, con el cual jugueteó casi sin darse cuenta entre sus dedos.

Gimió su nombre.

Le gustaba sentir el jugueteo en su cabello, le gustaba sentirlo gemir y se daba cuenta de que hacía años que no había llegado tna lejos con un acompañante, mucho menos con uno tan interesante.

Comenzó a succionar su miembro con calma, probando un ritmo comodo. Poco a poco fue aumentando la velocidad. Se manejaba bien en ello, su lengua jugueteaba y le estimulaba. A veces sacaba todo menos la punta, o simplemente se deleitaba lamiendo hasta la base. Se entretuvo en ello y sin darse cuenta su propia entrepierna comenzó a endurecerse.

No sabía porqué permitía que le tocara, pero lo hacía. No sabía como era que habían llegado a esa pudorosa situación, pero le fascinaba. Todo en Lesther le hacía pedir más y más, como si aquél ser fuese una gran tentación para el chico, el pueblerino.

Sus caderas se movían suaves, al compás de las succiones, y temblaba con cada cambio, mordiéndose los labios para no gemir muy fuerte.

Realmente se sentía halagado de haber conseguido la confianza del muchacho como para llegar a tal situación. Por supuesto no iba a desperdiciarla.

El ritmo se hizo constante y más rapido asi como las mamadas más fuertes. Poco a poco sentía el sutil sabor del semen del joven que comenzaba a lubricar su propio miembro. Ahora que lo pensaba aquello no sabía a arena como el resto de comidas y bebidas, tampoco era algo exquisito como la sangre, sino que tenía un termino medio. Nunca antes se había percatado. ¿Sería porque a final de cuentas era un fluido corporal? de cualqueir manera no era tiempo de pensar en ello.

Dejó que sus manos se deslizaran por las caderas del joven y separaron sus piernas con delicadeza. Recorrieron sus muslos y comenzaron a acercarse peligrosamente al trasero del pelinegro. No estaba seguro de que el joven estuviera de acuerdo con ir más lejos, pero lo intentaría.

Comprendió la idea del pelirrojo y se dejó hacer, un tanto miedoso, eso sí. Se abrió de piernas lentamente, y arqueó su espalda con fuerza al sentir como el placer aumentaba más y más, hasta llegar a niveles peligrosos.

-Más... L-lento...!

Si seguía así se correría en cualquier momento. Era demasiada la excitación, el alcohol y el apresuramiento juntos.

-L...lesther...

Los dedos de sus pies se contrajeron, y se arqueó una vez más.

No iba a parar, si el pelinegro quería correrse el vampiro se deleitaría con ello y se encargaría de hacerlo disfrutar. ¿No iba a pensar que todo se acababa de una vez, o si? El pelirojo no iba a saciarse tan facilmente.

Se detuvo solo un momento para lamer un par de sus dedos, luego volvió a introducir su miembro en su boca y siguió estimulandole al mismo ritmo. Con sutileza llevó sus dedos hasta la entrada del otro y comenzó a masajear la zona, sin insistir demaciado, dejando que de a poco su dedo indice comenzara a penetrarle. Dudaba que el humano fuera virgen, pero no por ello debía ser rudo, jamás lo era a pesar de que la sed le estaba carcomiendo cualquier dejo de autocontrol.

Sus dedos frios, tal cual como los de su padre, comenzaron a juguetear en su trasero, introduciéndose uno primero, suave, al contrario de su progenitor, pero aún así con pasión.

-A...ah...

No le dolía, es más, el placer que le producía le hizo temblar, a punto de correrse. No. Debía de aguantar más...

... Tenía miedo.

Era muy delicado en lo que hacía, siendo consciente especialmente del largo de sus uñas que para esto le incomodaban un poco. Continuó estimulando el miembro del otro pero estando siempre atento a sus expresiones, a su aceptación o rechazo.

Jugó particularmente con la zona del glande, haciendo que su lengua hiciera un trabajo magistral.
¿Se correría o le dejaría penetrarlo?

Movió su dedo en círculos hasta sentir que su interior se dilataba poco a poco comenzando a penetrarlo con un segundo dedo, despacio y suave.

Con uno de sus brazos tapó su cara, avergonzado, y se aguantó un sollozo, que amenazaba con salir, inminente.

El segundo dedo comenzó a penetrarle, y con él, la primera lágrima cayó por su mejilla, perdiéndose en un recoveco de su piel.

"Oh no... No... Otra vez no."

Nunca podía estar en calma ¿verdad? Nunca podía hacerlo bien, sin ponerse a llorar.

Se detuvo de inmediato retirando los dedos con la misma suavidad con que habían entrado. Algo en definitiva no iba bien y no era tan tonto como para no darse cuenta.

-¿Mi señor? -le llamó en un susurró alejándose de sus partes intimas para ir a su lado abrazándole con sutileza- ¿Ocurre algo? ¿He hecho algo malo? -le preguntó con inocencia, temeroso de haberle dañado. ¿Otra vez había perdido el control de sus actos y no había pensado en su acompañante?

-¿Se encuentra bien?-

Se giró en la cama, incapaz de verle. ¡Qué vergüenza! ¿Ahora qué diría? No tenía ni la más mínima idea.

Pero claro, estaba ebrio. Y los ebrios hacen cosas estúpidas.

-N...o...

Respondió, temeroso, las imágenes de su padre ya lejos de su mente. Temblaba de pies a cabeza, y se echó a llorar contra las almohadas, hundiendo su cara en ellas.

Prefirió soltarlo al recibir tal negativa recordando cuanto odiaba el otro ser tocado. Sí, de seguro había sido algo relacionado con eso

-L-lo siento mucho mi señor.. -se disculpó mientras procuraba cubrirle con las sabanas- N-no haré nada más, lo prometo, no era mi intención hacerle daño, perdóneme... Lo lamento mucho. -La sed no le estaba dejando hablar bien, se encontraba jadeando y aún bastante excitado pero por sobre eso estaba su inminente preocupación por el chico.

-¿Desea algo? ¿Agua? ¿Desea que nos vayamos? Me iré una vez le deje en la plaza si así lo desea, lo prometo.

-No...

Volvió a responder. Quizás, después de todo, era lo único que podía decir en ese momento. Tembló, sollozó y se cubrió la cara con las manos, una vez que se movió un poco de donde estaba. Con las almohadas no podía respirar correctamente.

-No te vayas...