Conversación [Beleriand]

Me dejé llevar por los largos pasillos de la mansión. Aun me seguían pareciendo extraños, como una jaula de concreto, pero era capaz de apreciar el arte que existía en el lugar. Con cada trazo de cada pintura podía recrear, o crear una historia, incluso una historia que pasó frente aquellos cuadros y paredes.

Bajo mis pies normalmente no existían zapatos, solo los utilicé esta vez porque creí que era necesario, después de todo me encontraría en una mansión de humanos o algo así, y no sabía si habrían más visitantes en el lugar, fue solo por precaución. Mis pies me gritaban que los dejara caminar por la alformbra y sentir cada ebra.

Reciví la camisa, era una típica de Lesther, con volados y esas cosas elegantes que acostumbraba usar, de color blanco. Me quité la otra dejandola sobre un mueble, poniendome la otra. Me sentía un poco extraño pues la camisa desentonaba completamente con mis rasgados pantalones. Solo la abroché unos tres o cuatro botones desde abajo hacia arriba, pues no me gustan las cosas señidas al cuerpo.

-Claro-respondí de espaldas mientras me acomodaba mejor la camisa. Cuando estuvo listo me volteé.-Me veo extraño...

Se quedó observandolo varios minutos y no, definitivamente algo no calzaba. Se tuvo que cubrir la boca para no soltar una carcajada, definitivamente no era del estilo de Beleriand.

-Bien, es evidente que no se siente cómodo. Por favor si gusta acomodese, creo que los zapatos tampoco le van en agrado. Sígame. -Le dijo volviendo a tomarle la mano, como si quisiera asegurarse que por nada del mundo le iba a dejar solo aquella noche.

Lo llevó a la habitación de al lado,una que estaba a unos cuantos metros. Abrió la puerta y le dejo ver una cama elegante pero no exagerada como la suya. L a habitacion jugaba con los tonos tierra y la luz dorada le daba un toque muy cálido. Abrió los cajones y le dejó ver la lobo.

-Creo que algo de esto le puede ser más comodo, son camisas más simples, hay algunas camisetas que puede ocupar para dormir si asi lo desea también. Busque algo para esta cómodo después de su baño. - Le dijo como si le anunciara que sí, no había de otra, le prepararía el baño y es que volvía a emocionarse un poco.

Salió de la habitación fugazmente como su naturaleza le permitía, preparando el baño grande que se encontraba al final de pasillo, cuando estuvo todo listo volvió a buscarle.

-Puede ir cuando guste~ - Su sonrisa era amplia y su expresión casi infantil.

Lo primero que hice fue quitarme esa extraña camisa, realmente no me sentía cómodo con ella. Busqué entre los cajones con el torso desnudo y esque no soportaba eso de los volados y encajes. Dí con una camisa bastante simple, realmente sólo era blanca con finas rayas negras. Pensé en quitarme los zapatos enseguida pero realmente hace mucho que no lavaba mis pies y terminaría ensuciando todo el pasillo.

Cuando Lesther volvió, yo aun no me había puesto la camisa pues no tenía demasiado sentido si enseguida iba a bañarme. La tomé y fui en dirección al baño...pero claro, no sabía donde estaba exactamente.

-Eh...-musité en señal de que me guiara y me mostrara donde podría encontrar una toalla.-Iré ahora, pero necesito que me indiques donde está...

-Por supuesto, también le ayudaré si así lo desea. -Respondió con algo de picardía mientras le volvía a tomar de la mano y le guiaba por el pasillo hasta una puerta de madera con un marco dorado, diferente a las demás habitaciones.

-Adelante, sientase comodo. El agua está a buena temperatura, creo... -y es que como vampiro percibia sensaciones como el calor y frio de forma diferente.- Enseguida le traeré una toalla.

Salió del baño y tardó tan solo un minuto en volver con una toalla grande de color azul marino. También con una bata para que el albino pudiese salir tranquilamente del baño.

Cuando entró no notó que el chico se estaba deesvistiendo por lo que quedó un poco sin palabras y medio paralizado en la puerta, mirando el hermoso cuerpo del lobo aquel.

-¿Ayudarme? A bañarme?-pregunté curioso, y es que en realidad jamás habia vivido algo como eso, pero preferí abstenerme un poco, conociendome terminaria todo en sexo. Por hoy, si no iba por su voluntad, yo no intentaría nada.

-No necesito la bata...erh...gracias -dije, agregando al final el agradecimiento pues casi lo olvidaba. Quería volverme un poco más cortés con él, quizás así no pensaría que solo lo buscaba para aquello. Ya me encontraba sin polera desde el comienzo y ahora estaba quitándome los pantalones, en mi espalda aun tenía algunas cicatrices de peleas pasadas que jamás desaparecerían, algunas unas más profundas y notorias que otras...en especial aquellas que me habían hecho los humanos. Ah, una acotación, no suelo usar ropa interior...es molesta, por lo que si seguía ahí podría verme desnudo en unos momentos.

No me importó realmente si se había quedado allí en la puerta o se había retirado, solo me quité los pantalones y me metí al agua. Estaba un poco caliente, pero se sentía bien en un cuerpo que siempre se limpiaba con agua fría.

Sus mejillas se sonrojaron al ver que el chico se había desnudado sin mayor problema frente a él. Y por dios a él le costaría horrores hacer algo como aquello.

Cuando le vió entrar en la tina y relajarse sonrió dulcemente, al parecer el otro estaba comodo y eso era en cierta medida inesperado. Era una de las cosas que mas e preocupaba, que no llegara a relajarse dentro de ese entorno tan diferente al suyo.

-Vamos, permítame ayudarle. -Se arremangó la camisa y se acercó a la bañera de patas de fierro negro. Se sentó a un costado y tomó losiones y cosas extrañas que siempre compraba, unicamente porque le agrada el olor y porque siempre tuvo la costumbre de ducharse incluso si no era tan necesario en la forma inmortal que ahora tenía.

Tomó jabón en una esponja y comenzó a limpiar su espalda con cuidado, luego se acercó lentamente a su oído y en él susurró.

-Solo le ayudaré, pero si me permite hacerlo sin problemas le prometo que luego le recompenzaré. Ahora que sé que no solo busca sexo me siento más tranquilo, pero le soy sincero: Deseo hacer el amor en mi alcoba antes de que la noche acabe, pero solo lo dejaré como una invitación para mi señor. -

Me moví un poco hacia adelante cuando se acercó, para permitirle ayudarme a jabonarme un poco. Al fin y al cabo si se quedó pensé mientras disfrutaba del baño y es que la verdad no recuerdo cuando fue la última vez que use jabón en un baño, o peor aun, cuando lo hice con agua caliente. Era realmente relajante. Los olores comenzaron a marearme un poco, pese a que eran bastante suaves era una mezcla de ellos y mi nariz suele ser bastante sensible a ellos, sumado a que en realidad no estaba acostumbrado a este tipo de cosas.

Su declaración esta vez me tomó por sorpresa, muy por sorpresa. Mis mejillas se ruborizaron levemente y el calor se me subió a la cabeza- E-eh?...Ejem...cof cof...-aclaré la garganta para centrarme un poco y responder como siempre lo haría...creo.- N-no puedo rechazar...una invitación tuya...Lesther...-dije mirando fijo al agua, intentado esconder mi vergonzosa cara actual

- Entonces le dejaré para que pueda asearse completamente. -Se había sorprendido por a repentina verguenza del lobo.Pero le había parecido tierno y le había causado algo de gracia realmente, así que él también podía sorprenderle?

Se puso de pie y le entregó la esponja en la mano.

-Le estaré esperando, usted ya conoce mi habitación~ -Con su paso ligero abondonó el baño y preparó la habitación encendiendo algunas pocas velas para dar la iluminación adecuada, también se quitó los zapatos y desabrochó el primer botón de su camisa para estar un poco más cómodo, luego quitó la cinta de su cabello que sostenía aquellos mechones mas largos que caían en su espalda hasta casi llegar a su trasero.

Ahí esperó, con la vista en el techo y el cuerpo en la cama en una pose descuidada pero sensual.
Divagaba sobre lo que su maestro pensaría de todo aquello. Esperaba no ofenderlo en su ausencia.

No podía creer que me habían puesto tan nerviosos esas palabras. Debió ser porque no esperé escucharlas de él, después de todo era tan pasivo y complaciente que poco y nada escuchaba de lo que él deseaba hacer o quería que me sorprendió de sobremanera. Terminé hundiendo mi cabeza en el agua para distraerme un poco, apliqué esas cremas extrañas que usan los humanos en mi cabeza...olían extraño, pero dejaban el cabello mas ligero y suave. Me peiné unas cuantas veces con la mano, sorprendido de lo cedoso que estaban.

Cuando ya me di por satisfecho salí del baño sólo con una toalla amarrada a la cintura y mi cabello aún mojado, con la gotas de agua callendo desde la punta de algunos mechones hasta el suelo, caminé así hasta su habitación.

Allí te encontré, esperandome en un ambiente y una dispocisión propia en la que no pensé que te vería jamás. Esperándome solo a mi.

Me apoyé en el marco de la puerta esperando que Lesther bajara la mirada de las nubes, no quería interrumpirlo.

Sus oídos le advirtieron de que el lobo se acercaba, mas no volteó el rostro hacia la puerta hasta unos segundos después de que el albino le vió. Su mirada parecía brillar con la iluminación tenue de las velas y sus labios entreabiertos le dedicaron una suave sonrisa por la que se alcanzaban a divisar sus blancos colmillos.

Una de sus manos se alzó en dirección del licántropo como si le invitara a ir con él. El silencio se mantuvo prolongado por varios minutos pues consideraba las palabras poco necesarias para la instancia.

Sus ojos carmines recorrieron el cuerpo de Beleriand, las cicatrices, los músculos, cada rasgo marcado, después de todo él poseía un cuerpo mucho más masculino que el suyo y sus cicatrices las llevaba con orgullo como quien carga con medallas de guerra. ¿Pero él? Solo sentía vergüenza de su cuerpo que sí, se veía bien solo con encaje y volados, como se ve bien cualquier muñeco de porcelana.

Acepté la invitación que simulaba hacerme con su mano alzada, me acerqué hasta el borde de la cama donde yacía sentado. Le tomé desde la muñeca agachándome levemente, buscando con suavidad su otra muñeca, y utilizando el peso me mi cuerpo lo impulsé hacia atrás callendo sobre la cama. Mi cabello aun se encontraba bastante húmedo por lo que caían un par de gotas sobre las sábanas y otras sobre el rostro de Lesther.

No me moví de la posición en la que me encontraba, sólo me limité a verlo con detención, cada rincón de su cuerpo y lo que la tela me permitía ver. Podía darme cuenta de lo incómodo que esto se volvía para el vampiro, pero no había sido capaz de hacerlo con anterioridad y solo...sería esta vez.

-Mh.. - Se quejó levemente por el cambio de posición, pero fue tan solo por la sorpresa de verlo caer sobre sí. Sus muñecas eran sostenidas por el lobo y todo su peso descanzaba sobre él por lo que tenía muy limitada la movilidad, aún así no le importaba, podía sentir la mezcla del calor y la humedad contra sus ropas, las gotas de agua resbalandole por las mejillas y la mirada penetrante del albino mientras examinaba su cuerpo que aún se encontraba bastante cubierto a diferencia del otro.

Volvió a entreabrir los labios como si fuera a decir algo, mas nada salió de ellos.
Estaba nervioso por la mirada del otro, aún así le permitía hacer a gusto.

Sin cambiar la posición actual me encorbé hasta que mis labios alcanzaron los pálidos labios de Lesther deposintando un beso, el cual comenzó como algo sutil y suave, pero a medida que el tiempo pasaba así lo hacía su intensidad. Busqué su lengua, la mordí siendo un poco más brusco, pero sin llegar a romper tejidos con mis dientes. Al estar entre mi cuerpo y la cama, lo dejaba sin muchas opciones más que continuar con lo que hacía. Por mi aquello jamás hubiese terminado, pero a diferencia del vampiro, respirar es una necesidad que debo cumplir.

Me separé de el por unos centímetros, sin quitarle la vista de ensima. Mi mano comenzó a tocar su cuerpo, comenzándo por los muslos y subiendo poco a poco. Quité el cinturón con cuidado y desabroché el botón del pantalón sin quitarlos aún. Realmente era para poder subir un poco su camisa, metiendo mi mano desde abajo. Me quedé quieto sin mover tampoco la posición de mi mano, esperando su permiso o prohibición.

Le encantaban los besos del lobo pues siempre lograban tomarle por sorpresa. La dulzura inicial y el contraste apasionado al final eran un estimulo inevitable, su cuerpo comenzaba a responder a ello sin cohibiciones. Es por ello que, apesar de no necesitar el aire, pronto se le escaparon algunos suaves jadeos de los labios.

Su mirada se intencificaba a medida que su pasión aumentaba, incluso sus mejillas, sus labios y algunas zonas puntuales de su cuerpo tomaban un adorable color rosado y un poco de calor comenzaba a emanar también de él.

-Ugh..- Al notar como el otro comenzaba a despojarle de la ropa, de los pantalones que era lo que "podía" sacarle, se sintió un poco nervioso, pero ello no hizo más que aumentar cuando su cuerpo sintió la mano en la piel de su abdomen. Tembló notoriamente y sus manos ahora libres cubrieron sus ojos que inevitablemente se ponían llorosos por ese contacto. Una parte de él no quería ceder la muda petición de Beleriand, pero si él había cedido con su orgullo, porque no podía él ceder con su verguenza?

- Ah... - Jadeó suave y luego susurró.- P-puede continuar... pero si le es desagradable al tacto... o a la vista, por favor limitese a hacerlo como siempre por favor, mi señor.

Sus manos fueron directamente a sus ojos, como si fuera a llorar. ¿Miedo? ¿Por mi...? Con su respuesta pude entender que no era nada de eso, él simplemente se avergonzaba de su propio cuerpo. Le sonreí levemente, pese a que en realidad no podía verme pues sus manos aun seguían sobre sus ojos. Levanté mi mano derecha tomando con la mayor suavidad que poseia un ser bruto como yo, su mano para que pudiera verme. En todo ese momento no le había sacado la vista de ensima.

-No te escondas...-susurré acercándome nuevamente a sus labios a medida que mi mano subía por su abdomen, de paso desabotonando su camisa. Notoriamente podía sentir las diversas cicatrices que poseía su cuerpo, diferentes en tamaño y profundidad. Sólo esperaba que el roce de mi piel no fuera doloroso para él.

Cuando mi mano terminó el trabajo con su camisa, dejé sus labios para depositar pequeños besos en su cuerpo desnudos. Apreciandolo por algunos momentos.

-L-lo siento... mi señor... - Decía mientras temblaba levemente, con la mirada un poco angustiada y es que sí, en parte a demas de la verguenza sentía miedo, un mido inentendible para muchos al rechazo. La mayoría de los vampiros poseían cuerpos hermosos como muñecas de porcelana bien cuidadas, como dioses nocturnos con una belleza única. Y en cambio él no poseía nada de eso, su cabello era excentrico, su rostro estaba marcado grotescamente al igual que todo su cuerpo.

Las cicatrices no solo eran numerosas, eran bestiales como quien hubiese tenido una batalla feroz, pero no era nada de eso. Rasguños profundos marcados, zonas completas de piel de un tono diferente, tejido aspeto al tacto únicamente por las cicatrices y numerosas mordidas se extendian por todo su cuerpo exceptuando brazos y piernas, mas no así sus gluteos, incluso en su abdomen, ingle y entrepierna podian encontrarse cicatrices que hasta ahora podían no haber sido visibles gracias a la poca luz de los lugares dónde habían intimado anteriormente. Pero ahora la luz de las velas lo dejaba todo al descubierto.

Cuando el albino le obligó a apartar las manos la expresión de lesther rayaba en la humillación y el dolor, pero incluso así no se quería negar, tenía que enfrentar aquello, tenía que aprender a lidiar con ello o bien sabía que podía perder su oportunidad con el lobo aquel.

No entendía la verdadera razón de su vergüenza, porque no entendía a la perfección como pensaban los vampiros al respecto de estas cosas. Me levanté nuevamente para poder ver su rostro. Acaricié su frente llevándo su cabello frontal hacia atrás. A mi parecer él era realmente un ser muy bello, inclusive con aquellas cicatrices. Personalmente no les tengo rechazo alguno, tampoco podría si se tratase de su cuerpo, después de todo Lesther ha sido el único que no ha huido de mi, no podría huir de él.

-Está bien- le dije dedicandole una leve sonrisa, no me importaba como luciera, o la cantidad de cicatrices que su cuerpo tuviera. Quizás para él es importante, no quería pasarle por ensima diciendole que esas cosas no tenían real peso, pero no soy un ser superficial. Para mí el estaba bien.

Asintió con la cabeza y se aferró un momento al cuello del albino, quería calmarse y es que a final de cuentas el asunto no era con el lobo, sino consigo mismo y la culpa que aquellas cicatrices le generaban, no era el hecho de poseerlas en su cuerpo lo que le atormentaba realmente, sino la razón de porqué ellas llegaron ahí.

-Esta bien... Estoy bien mi señor... solo no estoy acostumbrado y su mirada es tan intensa que me hace sentir algo indefenso, pero estoy bien... Deseo continuar. -

Dicho eso soltó el agarre de su cuello y le permitió seguir desnudándole aunque de a ratos evadía la mirada del albino poco a poco se iba acostumbrando. Curiosamente su piel se volvía más sensible en aquellas zonas de grandes heridas, en especial en la de su hombro derecho, la de su espalda, hacia la derecha y aquella que descanzaba en la cercanía del músculo oblicuo de su ingle. La generación de cicatrices volvió las zonas hipersensibles por lo que el contacto minimo le hacía reaccionar con suaves saltos de sorpresa o incluso con gemidos sutiles.

Junto con el abrazo, el cual hizo que Lesther se levantara levemente, aproveché de pasar mi mano acariciando su espalda. Así lo mantuve en el aire para poder quitarle completamente su camisa, dejándola a un lado, sin antes notar con mis dedos que en su espalda existía también una cicatriz. No me imaginaba como ellas habían llegado ahí...pero no era momento de pensar en esas cosas, ya habría otro momento. Deslicé mi mano hasta el comienzo de su trasero mientras mi lengua recorría desde su cuello hasta el ombligo volviendo a subir, para detenerme a jugar un rato con sus pezones, uno siendo estimulado con mi lengua, mientras el otro lo era con mis dedos.

De a poco podía apreciar como mis estímulos iban surgiendo efecto. Podía apreciar cierto bulto en su entrepierna crecer. Reí levemente al notarlo. Separé sus piernas dejándolas a cada lado de mis caderas.

-Ah... - Gemía y suspiraba al sentir los estimulos que el lobo albino le daba. Su torso era tremendamente sensible, quizás por el poco estimulo que estos recibian al estar en su torso, aquel que nunca desnudaba.

Sus ojos los mantenía cerrados pues no quería desconcentrarse, no quería despistarse con el complejo de su cuerpo, aquel que él mismo evitaba mirar. Prefería concentrarse unicamente en lo que su cuerpo iba sintiendo, en la pasión y el extasis que poco a poco lo llenaba, dandole ese estimulo, esa sensación completamente humana, reviviendolo en más de un sentido.

-Ah... mi señor... - Sus manos revolvian los cabellos albinos como si no pudieran estar quitas, incluso los dedos de sus pies se tensaban y relajaban a medida que la excitación aumentaba como olas que iban y venían. Una de ellas se aferró luego a la espalda del albino, acariciando y apretando su piel sin llegar a lastimarle, de a ratos parecía un gato amasando lo que le es grato. Con la otra mano se silenciaba o bien le incitaba a seguir bajando por su cuerpo, pues algo mas abajo le comenzaba a exigir atención.

Inclusive solo con sentir sus gemidos, sus cariciar y gestos comenzaba a excitarme, aumentando la cantidad de besos y lamidas al rededor de su cuerpo, el deseo de hacer que soltara suspiros y apretara mi piel con sus manos. Accedí a sus peticiones y mi cuerpo bajó hasta aquella parte mas sensible que parecía palpitar con los estímulos. Volví la mirada hasta su cara, solo para contenplarlo un momento, y bajé comenzándo a lamer los alrededores de su entrepierna, sin llegar a tocarle allí aun.

Con mis manos sostuve sus piernas, abriendolas un poco más para así facilitarme el trabajo y poder apreciar la zona. Con el primer acercamiento de mi lengua al miembro de Lesther su cuerpo pareció encojerce ensimismado, apretando un poco con sus muslos, separé nuevamente y continué.

Su cuerpo temblaba y sus manos se aferraban ahora a la sábana que cubría la cama. Su mirada se nublaba y se sentía mucho más extaciado que otras veces. Tal vez porque hace siglos que no estaba así con nadie en su propia alcoba, siempre solía salir y tener aventuras afuera porque nadie podía entrar a la mansión de su maestro con esos fines. A demás de que era peligroso dar la hubicación de su "escondite".

- A..h.. Mhh... -Su cuerpo se contraía al sentir la lengua del albino tan cerca de su miembro, y cuando porfin esta le toco su cuerpo sufrió un espasmo inesperado. Sus ojos se abrieron de la sorpresa sin entender porqué hoy estaba mucho mas sensible que otras veces.

Los suspiros llenaban la habitación y él enrredaba sus dedos en las fibras blancas del ajeno, marcando un ritmo determinado. Dentro de poco su miembro se encontraba tan duro que comenzaba a doler, pero aún asi el vampiro aguantaba las ganas de correrse.

- Ah... es... suficiente... -le indicó al lobo, jalando un poco de sus cabellos, incorporándose también un poco en la cama.- Es... mi turno.. -jadeó sobre sus labios.

Incluso aunque él me lo pidió con palabras no me detuve hasta que jaló de mi cabello, no escuchaba del todo lo que pasaba a mi alrededor, me encontra mas concentrado en lo que tenía en frente y lo que debía hacer con ello. Levanté mi rostro aun con el contacto de mi lengua y el erecto miembro. -Qué?...no me dejarás terminar el trabajo?- pregunté entre broma y seriedad.-Pareciera que ya casi estás por terminar...

Me separé de su parte baja, para levantarme, aun apoyándome con mis manos sobre la cama, pero mas cerca de su rostro, lamiendo la comisura de su boca. Parecía que me volvía de a poco un cachorro un poco más cariñoso de lo que yo solía ser.

-S-sería injusto... correrme solo, ¿no cree? - dijo con una sonrisa suave y provocativa en los labios, aunque lo que decía no solo era por eso, sino que si se corría una vez a la segunda estaría más cediento y no quería tensar el momento pidiendole sangre al lobo aquel.

Lentamente se incorporó y salió de debajo del licano, gateó un poco hasta posicionarse en la espalda de este, abrazandolo melosamente por el cuello, repartiendo besos y lamidas por la zona solo para hacerlo tensarse un poco. Mientras se entretenía en ello sus manos furtivas buscaban quitar la toalla que aun estaba a medio sacar de las caderas del otro. Ahora ambos podian sentir a la perfección la piel del otro.

-No pretendo hacer nada contra su orgullo, tan solo pretendo hacerle sentir lo que nadie ha hecho. Espero que tolere mis acciones. - Le susurró de nuevo al oído antes de comenzar a besar su espalda, también mordiendo de vez en cuando, sin llegar a sacar sangre de ningún lado. Con descaro le dejaba sentir su intimidad en la base de su espalda.

Sus manos sostenían las caderas del albino y de vez en cuando apretaba con los dedos anulares una zona que provocaba un reflejo automatico del cuerpo, obligandolo a doblarse hacia adelante, permitiendose entnoces seguir bajando con besos hasta su trasero.

No sería demasiado egoísta esta vez, después de todo Lesther había accedido a quitar su camisa, yo debía dejar aquel ego de ser quien controlara todo de lado y me dejaría llevar por lo que pasara por la mente de ambos. Aunque, claro, habían posiciones que me acomodaban mucho más que otras...como por ejemplo la actual. Tendría que ser solo cosa de costumbre, verdad? Como fuera, no me resistiría mayor mente a los deseos de el otro.

-Qué mier-...Mgh!..-me contorcioné trás las presiones. Me sentía algo indefenso en esa posición, al igual que nervioso de lo que pudiese venir luego. No tenía real experimentación de este lado de la cama. Lesther sabía lo que hacía? Más le valía que sí.

Terminé apoyándome que el ante brazo sobre la cama, en la misma posición, por suerte me encontraba de espaldas, así no se percataría de lo rojas que venían volviendoce mis mejillas.