Encuentro programado [Beleriand/Orfeo]

Gracias a que el lobo albino había accedido a su petición lograron acordar aquel encuentro que para Lesther era todo un suceso, pues sería la primera vez que vería a dos lobos juntos y la interacción de estos, por supuesto no deseaba ser solo un espectador, pero no era su tema, el solo había querido atar los cables casi por egoismo propio, por querer hacer algo por el bien de ambos licanos y para saciar su propia curiosidad.

-Es cerca de la media noche, el joven orfeo debe estar por llegar, mi señor. -

Le comunicó al albino. Hacía una noche había dejado un mensaje para el otro lobo que acordaba la cita en el mismo lugar donde ellos se conocieron, aquel arbol. Y como esperaba el mensaje dejado ya no estaba por lo que asumía que de seguro el encuentro se llevaría a cabo.

- Si desean que me retire por favor hágamelo saber, no quiero ser una molestia.-

Trataba de parecer tranquilo, por lo menos hacia el vampiro y cuando apareciera aquel otro licano. Con la mirada fija en el paisaje encontrando y apreciando cada pequeño e insignificante detalle que me reodeaba, una posición despreocupada con mis manos dentro de mis bolsillos a cada lado. Pero era mi pierna la que denotaba el nerviosismo que sentía, se movía de arriba hacia abajo sin parar, a una velocidad bastante rápida.

-L-lo se...-respondí, pero tartamudié al comienzo de la oración. Todo estaba tan silencioso que era obvio que Lesther había logrado notarlo. Oh, mi imagen de chico rudo se terminaria llendo abajo por este encuentro. Solté un suspiro.

-No! ugh...-trate de calmarme- Digo...tu eres quien debe presentarlo. No soy demasiado bueno con esas cosas.

-No he dicho que voy a marcharme sin presentarlos, mi señor, unicamente me retiraré si lo que desean es algo de intimidad. Después de todo, seguimos siendo seres diferentes.- Le aclaró al joven albino, regalandole una sonrisa sutil para que se calmara, mas no hizo comentario sobre ello.

La sonrisa de Lesther se amplió al detectar la presencia del joven. Giró la cabeza en dirección a los arboles más al fondo del lugar de encuentro y dentro de poco lo pudo ver. Reluciente y salvaje tal como lo había visto la primera vez. Lentamente dirigió sus pasos hacia él.

-Buenas noches mi señor - Hizo una suave reverencia con la cabeza dedicada a Orfeo. Sus dientes se tentaron a morder aquella piel nívea descubierta del joven. Pero obviamente iba a mantener la compostura. - Le garadezco que haya respondido a mi invitación. -Con un gesto sutil le invitó a acercarse, sentía la tensión y el nerviosismo de parte de ambos lobo y eso no hacía más que parecerle interesante.

- Le presento a Beleriand, el primer lobo con el que pude compartir en esta ciudad. -Señaló con la elegancia de siempre al albino.

- Este es el joven Orfeo, el lobo del que le hablé, mi señor. - Le indicó a Beleriand, y eso era toda la introducción que podía dar, el resto dependía únicamente de ellos por lo que dió un paso atrás, tomando casi su lugar de espectador.

A la par que Lesther se volteaba, también lo hice pues un aroma desconocido, pero a la vez familiar se hizo presente en el aire. Le miré desde la misma posición que me encontraba, solo ladeando un poco la cabeza en su dirección. Me sorprendió bastante el color de su cabello y ojos, además de su piel. Parecía ser del mismo tipo extraño de licantropo como lo era yo, ya que normalmente los de nuestra raza tienes el cabello oscuro, al igual que su piel, sino grises. Nuestros ojos si son capaces de variar diversamente, pero debo decir que aquel tono azulado era realmente hermoso.

Mi mirada luego se posicionó en Lesther, alcé una ceja. ¿Celos? Si, tal vez...Está bien, lo eran. Desvié la mirada hacia el suelo antes de volver a ver al desconocido. El vampiro nos presentó, aun así sólo me mantuve en silencio, analizando a aquel hombre de pies a cabeza, sin descuidar mi distancia ni la mirada penetrante y amenazadora que mostraba frente a los desconocidos, simplemente para intimidar, y que tengan en cuenta que en cualquier momento podría atacar si se pasan de listos.

El vampiro se mantenía alerta a los movimientos de ambos, esta vez jugando casi de arbitro pues no quería que las cosas se salieran de control. De seguro ambos tenían una fuerza similar y no quería una pelea, se supone que aquello era solo un encuentro amistoso.

En caso de emergencia Lesther guardaba una carta bajo la manga (de forma metafórica y literal), el joker de su baraja se manenía entre sus dedos, seguramente el no podía contra ambos, pero dos Lesther quizás sí.

Vio a Orfeo acercarse y notó que este no tenía intenciones de atacar, vaya qué dominantes eran ambos lobos. Asunto que le causaba un poco de gracia, sin embargo él seguía manteniéndose al margen.

El otro se acercó a mi, volteándome por completo, para estar listo frente a cualquier ataque. Más fue la sorpresa la que se apoderó de mi cuando vi aquel humanizado saludo con el que otro se presentaba. Algo de gracia me dio, pues quizás había convivido con los humanos, o simplemente lo había visto de ellos pensando que los lincántropos lo haríamos de la misma manera. A nosotros solo nos bastaba con una mirada y un aroma, algo mas facil y menos extraño de ver para los otros seres cuando estabamos en nuestra forma animal.

No me consideraba un ser descortés por lo que accedí a su saludo extendiendo mi mano, apretándola con cierta cantidad de fuerza. -Beleriand- dije en forma seca, volviendo mi mano hasta los bolsillos.

Hubo un pequeño silencio incómodo luego de las respectivas presentaciones. Y es que no había pensado en nada para hablar hasta el último minuto, cuando esperábamos que llegase, pero nada había llegado a mi cabeza como un tema de conversación para dos desconocidos. Cuál sería un buen tema? Carne?...no. Ciclos lunares?...Para que, debería tenerlos claros...Lesther? No, no. Dios, era pésimo con las conversaciones iniciales.

-Bueno, creo que la noche es larga y se están cohibiendo demasiado mis señores, dudo que mi presencia sea la causa, pero cnsidero esto un poco más intimo y como se dice, tres, me parece, que es multitud. - Interrumpió la torpe conversación con la gracia natural de siempre, si era por el habla, a él no le costaba.

-Entonces, los dejaré por algunas horas, de seguro pueden saber muchas cosas el uno del otro. Por mi parte, tengo un par de asuntos que atender. Estaré en las cercanías del lago, mas no se preocupen por mi. De seguro podré verlos de nuevo otra noche. -Les dedicó una reverencia y en un abrir y cerrar de ojos "desapareció" no sin antes decir un...

-Buenas noches...-

Spoiler:

-Si...algo me había comentado Lether...-respondí, en realidad no sabía que más decirle. Al fin y al cabo yo tampoco interactuaba demasiado con otros lobos, pese a haber nacido con ellos. Me encontré en una posición tan vergonzosa que al darme cuenta mas nervioso me puse. Parecía un niño pequeño y torpe mirando los alrededores sin saber que decir exactamente.

-Eh?! -Me volteé enseguida hacia Lesther que comenzaba a hablar de su retiro. Sí, creo que le miré con algo de pánico, como pidiendole que no se fuera, más no podía hacerlo directamente, sería una falta de respeto hacia el otro. Levanté la mano como intentando alcanzarlo, más fue demasiado tarde había desaparecido con esa molesta rapidez que tenía.

-Uhm...-rasqué mi cabeza volviendo hacia Orfeo, sin mirarlo realmente.

Parece que estábamos en las mismas condiciones, sin saber de qué hablar exactamente, si quiera sabíamos si dirigirnos una mirada o algo así, simplemente fueron las presentaciones y creo que las ideas se esfumaron.

Ahora Lesther hacia su retirada. Yo asentí simplemente sin hacer mayor escándalo pero de pronto note como el otro lobo se intereso mucho más por aquella retirada. Me tape la boca y voltee levemente hacia un lado ocultando una carcajada que salió sin querer por ver al albino intentando detener al pelirrojo.

Controlando mis nervios no pude evitar observar con curiosidad al otro. –Jaja, no te preocupes no pienso comerte.- Dije en cierto tono burlón que no era directamente para ofender simplemente fue algo que me hizo gracia. –Creo que Lesther fue más rápido tu brazo, ¿he?- Me encogí de hombros con una sonrisa.

-No tienes porque asustarte, en realidad yo tenía una gran curiosidad por encontrarme a otro como yo- Rasque mi cabeza con mi mano derecha sin saber si me estaba explicando bien. Mis ojos azul profundo estaban de un lado a otro, ya se me habian pasado los nervios, ahora me sentia un tanto inquieto.

-EH? N-no estoy asustado...-dije avergonzado volteandome hasta él, desviando la mirada luego de aclararme. Rasqué mi nuca antes de empezar a hablar- Yo...la verdad no tengo muy buena relación con los lobos...-declaré aun avergonzado. Además de no ser bueno con la relaciones sociales, no quería sentir el rechazo de otro de los mios nuevamente, por lo que volvía casi nulas mis relaciones con licántropos...en realidad con todo ser vivo que pudiera llegar a hablar, o tener la oportunidad de alejarse de mi.

Me senté en una de las rocas más próximas que tenía, para intentar relajarme.- Dime...tienes algo que quieras saber?-pregunté desde allí. Tal vez tenía mil preguntas que hacer respecto a nosotros, forma de vida, ritos, gustos...lo que fuera.- Sólo debo advertirte que no podré responder todo. No soy un erudito de nuestra raza...irónicamente...heh...-dejé escapar una risilla un tanto pesada.

Por fin me atreví a verle a los ojos, y mantener el contacto con estos. No podía mostrarme intimidado frente a un novato.

Me sentí un tanto ofendido luego de su pequeño comentario. Buscaba a alguien que supiera un poco más.... Jah! Perdón por ser tan apatico con respecto a los de nuestra propia raza! Sentí unas ganas enormes de alzar la voz, mas sólo me limité a desviar la mirada levemente y fruncir el ceño. Como ambos eramos de caracter bastante acalorado, si respondía de manera brusca esto podría terminar mal...y no hecharía a peder Aun el esfuerzo de Lesther para este encuentro.

Levanté la vista y le ví sobre mí, era un muchacho bastante atrevido para su edad, o la que aparentaba tener. Dejé escapar una risilla, junto con una sonrisa algo desafiante y confiada. -¿Reto? Qué es lo que tienes planeado, lobito?- pregunté a medida que me ponía de pie para llegar a su altura, o unos cuantos centímetros más.

-Ten cuidado de confiarte demasiado con seres mayores que tu...-le dije con la misma sonrisa. Mis ojos tenían una mirada tranquila, pero penetrante.

Mi sonrisa desapareció. Me sentía como si estuviera frente a un espejo, solo que el espejo me mostraba unos años más joven y altanero, seguro de mi fuerza y determinación. Claro que toda esa fachada de rey del mundo se acabo cuando creí que podría incluso con los mortales y efimeros humanos. Más las marcas en mi cuerpo demostraban cuanto me había equivocado al ir a luchar solo, y meramente por diversión.

-Maestro? Hah...-me mofé ante aquella palabra que había adjuntado junto a mi nombre. ¿Maestro de qué? O esque con sus palabras solo quería persuadirme? Sabía perfectamente que no era un erudito en lo de lobos se trataba, más sus palabras que apelaban, ya dos veces, a buscar a alguien mejor, colmaban mi paciensia de sobre manera.

Medité un momento para volver a hablar.-Haz escuchado sobre las salas de tortura del Vaticano?...-ladié la cabeza tras mi pregunta- Un ser tan astuto y hábil como tú, no sería capaz de buscar algún objeto de ese lugar y volver sin ser visto? -sonreí- Claro, ambos lo haremos. Y quien salga ileso...pues gana.

Mi actitud nuevamente me llevaría a cometer una estupidez, era claro y lo sabía. Ese lugar estaba atestado de guardias y sacerdotes, expertos en la caza de lobos y vampiros, a los que mataban por el simple hecho de verlos acercarse al lugar sin un permiso especial o algun asunto secreto.

Podía ver la seguridad en sus palabras y gestos en su rostro, pero la desconfianza e inquietud podía olerla en el aire al rededor de él, y sí, también era podible que el lo sintiera de mi parte. No había pasado demasiado tiempo desde aquella vez que salí de aquel lugar afortunadamente y a duras penas con vida. ¿Unos 30 años? Era un corto tiempo para seres longevos como nosotros.

¿Maestro? Definitivamente eso no podía sonar como una alabanza, ni respetuosamente si salía de sus labios. Pese a su altanería y arrogancia el chico no me desagradaba. No podía, pues me recordaba demasiado a mi mismo, y si hubiese llegado a odiarme en algun momento hubiera sido el fin para mi. -¿Sabes dónde se encuentra el lugar, verdad? -pregunté dejando salir un suspiro luego de eso.

Esperé su respuesta mientras dejaba alguna de mis pertenencias escondidas entre los arbustos, que realmente eran de Lesther, aquella camisa y pantalones que sujetaba en mi mano derecha y que no había tenido la oportunidad de entregarselos desde aquella noche en su hogar, cuando me propuso este encuentro.

Opte por tomar mi forma animal, pues el cuerpo humano es mucho mas lento y menos agil que el de un cuadrupedo como son los lobos. Antes de hacerlo solté una pequeña risilla al notar que el chico no se había dado cuenta de ello manteniendo su figura humana.

Novato.

Spoiler:

Me pareció un poco extraño el tiempo que le había tomado su transformación, tal vez se sentía incómodo con ello, o se había avergonzado de no anticiparse a los hechos para llegar más rápido al lugar. Bueno, poco importaba eso ahora, en unos segundos emprendí camino hacia el Vaticano, la Sala de torturas...un mal estar en el estomago generó un escalosfrío en todo mi cuerpo al pensar volver a ese lugar. Era un masoquista, pero ya no había marcha atrás, algo había aprendido de tener una boca suelta y no pensar antes de hablar era que debía hacerme cargo de cada cosa que salía de mis labios, aun si eso significara mi perdición. ¿Orgullo? Sí, meramente orgullo, nada más que eso.

El bosque comenzaba a hacerse más y más escazo por lo que tendríamos que aumentar la velocidad para no ser visto por uno que otro borracho del pueblo o vagos que vivían en las calles, la idea era no alertar a nadie hasta llegar a nuestro destino. Preferentemente no ser vistos por nadie en este estúpido viaje.

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