Merveilles [Libre]

No era la primera vez que visitaba aquellas zonas donde la vulgaridad y la perversión se hacian presentes sin repudios, por el contrario, el pelirojo solía ir a mirar, básicamente por curiosidad, a aquellas mujeres, niñas y niños que trabajaban a costa de sus cuerpos.

De vez en cuando solía pagar algo de dinero a quién más llamara su atención, por supuesto no para acostarse con ella o él. Sino para oír una buena historia y luego poder beber un trago de sus cuellos. Darles una noche de algo diferente, por supuesto, algo que ningun otro tipo de criatura podría darles.

A los niños solía maravillarlos con trucos de magia, a las hermosas damas vestidas con provocativos trajes, Coset que delineaban sus figuras y resaltaban sus pechos solía acariciarlas con la dulzura que jamás habían experimentado de un amante, a los jóvenes les enseñaba a besar y una que otra cosa que le divertía, después de todo aún si era un inmortal, aquellos trozos de su persona humana, aquella pasión no se esfumaban, jamás se había ido, tan solo cambió. Es sexo o la sangre, ambas cosas cumplían las mismas espectativas, ambas cosas le llevaban al éxtasis de manera muy similar, solo que el sexo solía ser más efímero.

Esta noche no había logrado dar con nadie, lamentablemente la concurrencia de gente era mayor y dificilmente hayaría alguien que valiese la pena y que no se abriera de piernas rápido con tal de conseguir dinero y continuar con el siguiente.

Dio un suspiro y estaba pensando en buscar la cena en otro lado cuando de pronto sintió una mirada clavada en él...

Pero que mala reputación obtendria que un sacerdote caminara por el barrio mas "sucio" de la ciudad, pero que mas da, habia escuchado de que este barrio era prohibido para los de su raza, y esencialmente por ello es que habia decidido dar una pequeña visita, no buscaba nada, no anhelaba nada...era la simple curiosidad de su antimoral alma la que le hacia recorrer estos lugares.

Camuflado por un sombrero, un pañuelo alrededor del cuello y una gabardina larga y oscura, su cabello y ojos eran apenas visibles, su altura era levemente sobresaliente pero bajos tales ropajes tan amplios, nadie iba a tomar un interés en él, tratando de no entablar mucho contacto de voz y ojos, estaria perfectamente a salvo y camuflado.

Las ofertas de sexo estaban por doquier, desde las mujeres mas proporcionadas hasta las niñas que debian hacerlo por necesidad, ¿pedofilia?, interesante acto pecador, algun día tal vez...pero no aquel.

Sus ojos miraban todo mas nada buscaba, hasta que una cabellera roja resaltaba de la multitud, la curiosidad simplemente no le hizo apartar la mirada de aquel ser, cabellera roja, como la sangre, como sus ojos.

Aquel sujeto se le hizo demasiado sospechoso. Era como si intentara ocultarse, pasar desapercibido de alguna manera pero no lo conseguía, por lo general en aquellos lugares los señores aparecían con sus mejores trajes. Para nadie era una novedad que era una entretención darse unas vueltas por esas calles, beber unos cuantos tragos, y quién sabe si ganar algo más.

El pelirojo se sintió levemente incómodo. Ni siquiera necesitaba devolver la mirada para comprobar que esta estaba puesta sobre él. Se ajustó el sombrero de copa y bajó la mirada, de alguna manera no tenía un buen presentimiento.

Se movió de su sitio, quizás así aquel sujeto alto perdería el interés. Caminó con un paso suave y grácil hasta otra esquina, mirando de reojo hacia aquel sujeto, el que por cierto no era nada de mal parecido, al menos lo que alcanzaba a ver de él, pero no parecía alguien corriente. ¿Un lobo? No, tenía un aura mucho más elegante. ¿Otro vampiro? No. Podía detectar, por muchos factores, que era simplemente un humano. Solo entonces se relajó soltando un suspiro, esperando ver qué hacía el otro.

Era gracioso, si, era realmente gracioso como el joven comenzaba a sospechar de su persona, ni siquiera mantenia una mirada de reojo, sus ojos estaban fijamente posados en él, este lo notaba y se movia, se hacia sus propias ideas, un "se esta poniendo nervioso" cruzó por sus pensamientos, cosa que, le hizo sonreir un poco mas.

Finalmente quitó la mirada de su persona y comenzo a caminar en esa direccion, como si mirase en otras cosas, en otros objetos, otras personas hasta que el segundo en que se cruzo por su lado, se detuvo. -"Miedo no hay que tener, nadie te va a morder"- dijo en un tono absolutamente jugueton, ladeo el rostro para mirarle de reojo y sonrió de manera ladina.

Se quedó tranquilo hasta que el sujeto se detuvo a su lado, situación que no dejó de sorprenderle, en especial por el tono que había usado al hablar, elegante pero pícaro. El pelirrojo sonrió suavemente por las irónicas palabras del sujeto. "Nadie te va a morder"? Claro que no, después de todo el que mordía aquí, era él, por supuesto en un sentido mucho más literal y menos.

- Lo siento mi señor, pero creo que sus palabras no son del todo creíbles si las susurra en estos callejones~ - Respondió con una sonrisa pícara en el rostro, después de todo bien sabía el fin de esas calles y que aquel sujeto difícilmente andaría allí en busca de algo más que no fuera lujuria y placer.

No le dio mucha importancia, después de todo sabía que de alguna forma (no siempre de la mejor) su imagen llamaba la atención. Su rostro de muñeco, sus ojos carmín, sus uñas largas, negras, el maquillaje en su rostro que le daba ese aire andrógeno, misterioso y sutilmente sensual.

Asi mismo el sujeto frente a él poseía cualidades que escondía entre tanta ropa. No podía decir que no le causaba curiosidad ver al sujeto en su esplendor. ¿y porque no si hasta ahora nadie más había llamado su atención?

No habia una finalidad en su busqueda al ir por esos lugares, si no obtenia ninguna diversion aquella noche no importaria, su curiosidad al menos estaria saciada y al menos, en cierto grado, su placer visual habia sido satisfacido con lo que hasta ahora, habia visto.

Su sonrisa seguia presente, mas aun, porque su interlocutor sonreia de una manera que para su gusto, era bastante agradable, sin duda alguien resaltante entre toda su multitud, por sus razgos y su voz. -"¿Ah no?, ¿acaso estos callejones esconden algo de lo que no estoy enterado?"- preguntó en tono de inocencia pese a que era una simple faceta.

Se acomodo el sombrero un poco mas, para acercarse al chico de cabellos rojos, por la simple razon de que estaba de pie en medio del lugar y estorbaban, los demas...estorbaban en su agradable conversa.

-Ahahahahaha, pues... Quién sabe~ - Respondió con la picardía inusual de su persona, no era en verdad que los callejones ocultaran algo, sino que era el mismo pelirojo quien lo hacía.

-Ya que, hemos comenzado a charlar, creo que lo mínimo que puedo hacer como un caballero es invitarle una copa de buen vino. - Se quitó el sombrero y le ofreció una sutil reverencia. Era una excena curiosa pues aquello solía hacerlo con las damas y, a simple vista, era el otro quien parecía más varonil. Pero la imagen no siempre va de la mano con la iniciativa.

-¿Qué dice mi señor? Por supuesto no hay truco detrás de la invitación. Incluso, si lo hubiera, creo que usted no es de las personas que se negarían a ello. - Hablaba indirectamente, podía percibir un aura inusual en aquel humano. Un simple ciudadano no era, de eso estaba seguro.

¿Alguien del vaticano?
Fue un pensamiento fugaz, que casi pasó desapercibido para el mismo Lesther.
Rapidamente negó tal idea por la baja probabilidad de que un sacerdote paseara por los barrios rojos.
Mas no era algo imposible...

Observó sus maneras de expresion y aquella invitacion sin duda hizo brillar sus ojos con interes, la palabra magica habia sido dicha despues de todo; vino.

Al haber visto el gesto del sombrero, soltó una risita graciosa mas no burlona, era algo nuevo -"Asi que me he encontrado con un caballero por estos barrios, perdoneme usted, por hablar de pie en tan malas condiciones"- respondió con el mismo tono formal, guiñandole un ojo divertido, sacandose su propio sombrero y llevandoselo al pecho -"Será todo un gusto compartir una copa con usted, confiaré en sus palabras, que truco no hay mas que una simple copa acompañada de una amena charla, quien sabe...podrian decirse cosas interesantes."- alzo las cejas hacia arriba haciendo un gesto de interés.

Un chico pelirrojo demasiado inusual a la simple humanidad que les rodeaba, se pregunto como alguien de ese calibre estaba en esos barrios, pero eso seria hipocrita de pensar, puesto que hasta el mas "santo" estaba ahi, claro, refiriendose a si mismo.

Soltó una risilla y luego negó con la cabeza, era divertido ver como el otro había cambiado repentinamente la forma de tratarle. - No es necesario mi señor, ya he notado que no es su costumbre tratar de esta forma a la gente. -Le sonrió un tanto más dulce y luego agregó. - En mi caso solo tómelo como una simple costumbre, no creo que se trate de caballerosidad como tal. - Y era cierto pues aquella conducta era meramente una copia de la elegancia y caballerosidad con la que su maestro siempre había tratado a los demás.

Cuando el otro se quitó el sombrero el pelirojo no pudo evitar sorprenderse, era un hombre con características únicas, un cabello deslumbrante y unos ojos que hipnotizaban tal como los suyos pero... él era un humano... verdad?

-Oh... - Volvió a sonreír ladino y luego se acomodó el sombrero, dispuesto a caminar.- Por supuesto, comencemos con una amena charla... ¿Le parece una taberna cercana? Conozco un lugar que a pesar de la facha, tiene lico de excelente calidad. -comenzó a caminar rumbo a la zona de las tabernas esperando que el otro le siguiera o bien propusiera un mejro lugar.

Le escuchó y no podia evitar pensar que aquel sujeto sin duda era interesante, ¿cuales eran sus raices? ¿pertenecia a algun clan? ¿una familia adinerada?,no lograba dar con la respuesta pero quizas, solo tal vez, llegaria ella. Y si ese no era el caso, entonces se mantendria varios dias y noches tratando de llegar a una imaginativa respuestas dentro de las paredes del vaticano.

Rió con ligereza ante sus palabras y asintió -"Asi que una costumbre dice usted?, ya veo, por un momento crei que me encontraba frente a algun caballero perdido por las zonas bajas"- acotó con cierta gracia -"Pero debo admitir que es una costumbre bastante agradable, al menos para mis oidos"- despues de todo no podia evitar que sentia cierto 'gozo' al ser llamado 'mi señor'.

Una vez mas, asintió y volvio a colocarse de su sombrero para evitar que la gente comun recordara su rostro. -"Me parece una buena idea, eres tu quien conoce estos lugares a mi parecer, mientras tenga un buen vino que disfrutar, feliz voy a estar"- respondio con una rima por jugar. -"Guieme..."- pidió.

-Me alegra entonces que no le moleste. -se rió sutilmente, de cierta forma si era un "caballero perdido" solo que el buscaba perderse por esos lados con intenciones muy distintas a la mayoría de los que ahí asistían.

-Bien, vamos mi señor, procure no perderme de vista- Le sugirió como una broma, pero no lo era tanto, de querer podría escabullirse entre la multitud con una rapidez tal que sería invisible a los ojos de cualquier humano. Pero ¿para qué? si lo que ahora deseaba, por aquello a lo que había venido, lo había conseguido. Una amena charla, claro, quizas no con alguien de la zona pero parecía ser igual de interesante.

Sin decir nada más comenzó a caminar rumbo a las tabernas.

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