¡Encantado! (Faltreon)

!!Waaa, joder!! -. Gruño con molestia el azabache, dejándose caer sobre la cálida arena, aunque a tales horas de la mañana había una dulce brisa refrescante, que hacía moverse lentamente los mechones de sus flequillo. En su rostro había un puchero un tanto infantil. Días, semanas, incluso podría decir que hacía meses que no pasaba nada fuera de lo común, ni gente que se interesara en acercarse y hablar con el, ¡ni siquiera tuve una burda pelea con nadie! El estar tanto tiempo “pendiente” sin hacer nada lo sacaba de quicio.

Su peluda cola se movía de un lado a otro, con movimientos suaves pero angustiados, dando reseña de su enfado infantil. Su mirada quedo pegada al enorme y violáceo cielo, que poco a poco iba iluminándose para dar paso a un nuevo día. Cerro lentamente los ojos, disfrutando de ese lugar tan tranquilo y de olores tan suaves. Cuando volvió a abrir los ojos el cielo estaba totalmente iluminado, haciendo que se sobresaltara ¿¡Se había dormido!? Fue a levantarse pero un casi sordo ruido lo alerto, apretando un poco la arena y agudizando el oído... ¿quien demonios seria?

Alejarse de aquel frio vaticano era lo más relajante que estaba haciendo en esa semana, tanto movimiento desde las mañanas que se extendían hasta el final del día hasta el comienzo de uno nuevo volvería loco a cualquiera, aun a él. Siempre había preferido los lugares ventilados, abiertos y con hermosos paisajes.

El caminar por el bosque calmaba su alma, tranquilizaba aquel ser vampírico que recorría su cuerpo y alma atreves de su sangre, cada molécula de su cuerpo reaccionaba al sentir el aroma salino de la playa, agradable, tomaría su día de descanso en ese lugar, amaba el mar, el movimiento de las olas, las gaviotas volar por los aires, la arena en sus pies, la brisa marina, las conchas al alcance de su mano, un lugar perfecto.

A la lejanía observo a un joven, con una felpuda cola, un hombre lobo, aun si no tuviera sus extremidades fuera habría podido saber que era por ese aroma a perro que desprendía, el ser un mordido por vampiro lo hacía reconocer a cada ser con su aroma, era una ventaja que lastimaba su nariz.

Observo cómo se ponía a la defensiva, no le inmutaba para nada, su apariencia delataba que era un joven lobezno aun -¿interrumpo algo?- su voz era tranquila, quería que el perro se diera cuenta que no iba ahí por pelea.

Relajo el cuerpo al ver aquella persona ¿Un humano? Puede, pero su aroma no era a un simple humano, tampoco es que hubiera establecido conversación con ninguno, ni que hubiera estado el tiempo suficiente para poder conocer a profundidad a uno, pero, no tenía extremidades diferentes, así que era una pequeña suposición. Aun así no confiaba demasiado en aquella nueva figura, girando un poco la mirada, con el ceño levemente fruncido-. Ah, claro que no interrumpes nada-. Susurro, volviéndose a tumbar mientras su cola se movía de un lado para otro, moviendo pequeñas cantidades de arena de un lado para otro.

Tampoco se podía molestar de que alguien mas aparte de el pudiera aparecer por la playa; un lugar tan relajante y silencioso, era un pequeño paraíso para los que querían descansar y disfrutar de un bello paisaje. Aunque lo que realmente le parecía extraño es que alguien estuviera en la playa a esas horas de la madrugada, realmente le parecía bastante extraño. Se incorporo de nuevo, mirando al pelirrojo, olfateando desde la distancia-. Es raro ver a gente madrugar a tales horas de la mañana ¿Se puede saber que a perdido una persona como tu por un lugar como este? -. Ladeo la cabeza confuso. Preguntas extrañas como de costumbre, pero la curiosidad lo arrastraba a preguntar cosas que la mayoría de veces no le deberían de preocupar, y menos de interesar.

Aun cuando lo vio relajarse, no se movió de su lugar, el jamás bajaba la guardia ni cuando estaba completamente solo en su habitación, era una costumbre por la cual aun seguía vivo en ese momento. Los gestos que hacia el lobezno le daban a entender varias cosas, como el que no estaba conforme con su presencia o esperaba algo mas de acción, ¿lamentarse por no complacer a los demás? Para nada, simplemente ese pensamiento paso de largo, su mirada se poso sobre aquella cola, esos suaves movimientos eran lindos.

-hè… -sonrió al ver aquel acto, estaba olfateándolo a distancia, aun cuando no tenia ventajas de percibir por completo su aroma al estar opuesto al aire, cerró los ojos y dio unos pasos más hacia el lobezno, era notorio que aun era joven e inexperto –No e perdido nada, solo quería estar lejos de las paredes del vaticano- se quedo a dos pasos de distancia del joven de hermoso color de piel, no le aria mal tener una plática con alguien tan inocente –Prefiero estar en estos lugares por las mañanas, cuando la gente sigue durmiendo y cuando el sol no lastima mi piel por completo- Aquello no eran cosas que ocultara, por esa razón las decía con simpleza.

-Es un hermoso lugar para pasar el único día de vacaciones de la semana, mes o año, ¿te gusta ver también el amanecer?- podía notar en los ojos de aquel joven que no tenia mucho que había despertado.

Le parecía curioso aquel hombre de cabellos rojizos como el fuego, era interesante, y daba aire de misterio, en conclusión; ¡la curiosidad entraba con grandes pasos! Poco llego a oler de este, no le había llegado ningún tipo de aroma de esta persona tan particular, haciendo que un leve bufido surgiera de los labios del moreno, para volverse a estirar y a tumbar en el suelo. ¿Seguro? Lo estaba, sabia luchar lo suficientemente bien para pelear contra cualquiera y si necesitaba huir, era también muy ágil para ello.

A parte de que me guste ver el amanecer, me quedo dormido en cualquier parte-. Una sonora carcajada resonó desde lo mas hondo e su garganta ¿Y que si pasaba eso? Estaba acostumbrado, aunque los sustos que daba a la gente que lo rodeaba eran increíbles, y muchas veces había sido castigado por eso mismo. Su cola no dejaba de moverse de un lado a otro sin descanso, dejando un hueco detrás de el totalmente liso. Dio unas palmadas en el suelo, mirando al pelirrojo-. ¿No te sientas? Es mas tranquilo ver como sale el sol con un buen asiento, y este, lo es, te lo aseguro-. Río Ace, con esa picara y divertida sonrisa tan propia de el.