¿Invitado de honor? –Privado-

Aquel acto era retador y su mirada no iba a ceder con la del líder solo por tener aquel rango, aquello solo era un titulo, algo inexistente, pero era divertido, se divertía y reía un poco para sus adentros de aquel comportamiento –Como gustes Crivello, sería interesante y sumamente divertido el que lo hicieras- se burlo literalmente de forma ‘inocente’, sonriéndole solo un poco y así alejarlo un poco de el.

Conocía muy bien los riesgos de salir herido, era como soltar a un pequeño e indefenso cervatillo a una jaula con animales hambrientos y carnívoros, pero aquello era mejor que lastimar a alguien de su ‘bando’ si cedía aunque fuera solo por segundos a aquel acto de vampirismo.

-Si, lo soy ante usted por edad, de pensamiento, dejémoslo en incógnita, además que a lado de los vampiros y licántropos somos en verdad unas crías… unos más que otros- remarco con cierta tranquilidad, no le importaba ser llamado asi, pero solo quería ya ir a su habitación –uhm, si, vamos de una vez mi ‘querido niñero’- susurro con cierta burla para asi emprender su caminata, dejándolo un paso atrás de el mientras avanzaba, dejando atrás aquella biblioteca de forma rápida, ya que jamás le había gustado caminar de forma lenta.

En el transcurso del camino había guardado silencio, observando los pasillos de forma ida, ignorando todo aquel sacerdote ‘niño’ que bajaba la cabeza ante el, mas no por respeto, si no por miedo, ya era una costumbre y aburrimiento, algo de lo que ya se había acoplado, en el fondo, era una ventaja, pero se detuvo frente a una puerta de color blanco con adornos algo llamativos, los cuales formaban la figura de un dragón.

-Eres bienvenido- Saco la llave la cual se encontraba dentro del adorno de calavera que tenía en el traje, metiéndola dentro de aquella cerradura curiosa y antigua que parecía un trébol, una vez abierta se puso a un lado para que pudiera entrar su ‘invitado’ no tan deseado y así entrar tas de él.

Su habitación era algo sencilla, del lado izquierdo se podía ver un escritorio color negro opaco como el ónix, el cual estaba sumamente arreglado, habían algunas hojas e instrumentos como plumas de tinta antigua, a un lado había una habitación la cual llevaba al baño, pero se mantenía cerrada, del lado derecho habían un bastidor echo con palo de rosa, el cual sostenía un lienzo en blanco, junto a este un taburete redondo donde se encontraban las pinturas y pinceles, todo en una condición de completo arden y limpieza.

Al fondo se podía ver una cama algo gótica, la cual se veía cómoda, adornada con dos almohadas y un hermoso dosel un tanto oscuro, al lado de esta había un piano sin rastro de polvo y un violín.

El color de la habitación era un tanto oscuro y las luces del candelabro solo le daban un aspecto algo de película de terror, aun mas si se veía con detalle, arriba de la cama y a un costado de esta se podían ver rasguños y algunas manchas de sangre, de las cuales le pertenecían en su totalidad.

-Siento no tener nada que ofrecerte- susurro mientras cerraba, guardando la llave nuevamente dentro de aquella calavera.

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Cerradura

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Bastidor

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Cama

Spoiler:

“No juegues con fuego Faltreon, estás tentando al León” Le advertí en un susurro muy bajo mientras me quedaba un par de pasos tras él, permitiéndole que me guiara a su velocidad, sin insistir en tocarle, simplemente escuchándole.

“Estoy de acuerdo, todos somos unos críos, de una u otra manera. En este caso me agrada que me toque el papel de niñero.” Le respondí de buen humor mientras le seguía hasta la puerta de su habitación. Miré en silencio mientras abría la puerta y me daba el paso.

“Permiso” Comenté al poner un pie dentro de aquella habitación. Por supuesto todas las habitaciones eran más o menos similares, pero cada uno la ordenaba y mantenía como quería. Por eso mismo me di el tiempo de mirar alrededor, inspeccionando con la mirada cada cosa en aquel lugar, llamándome la atención aquel bastidor junto con las pinturas. No me imaginé aquel pasatiempo de parte de Faltreon.

“¿Te agrada la pintura?” Alcé una ceja girándome hacia él al verle entrar después de mí. Poco a poco aquel pelirrojo comenzaba a encender mi interés. Continué mirando, esta vez caminando con paso tranquilo, después de todo me había dicho que era bienvenido. ¿No? Rodeé la cama, todo era bastante acorde con él en mi opinión. Aquel pensamiento me sacó una sonrisa sutil la que se amplificó con un poco de descaro al ver los instrumentos.

“Eres todo un artista al parecer” Recordé mis días de niño aprendiendo a tocar el piano. Un fugaz momento de nostalgia cruzó mi pecho y me pareció oír preludio y fuga en Fa sostenido menor de Buxtehude, pero solo fue culpa de un recuerdo, un viejo anhelo que inconscientemente movilizaba mis dedos. “Me gustaría que algún día me mostraras alguno de tus talentos” Admití mientras deslizaba un dedo por el borde del piano por simple capricho, deseando que éste sonara como los viejos órganos de la iglesia.

“Creo que tienes más de algo que ofrecerme” Susurré con deleite, viéndole desde ahí luego de haber grabado cada detalle de aquella habitación incluyendo las manchas de sangre. Mis ojos brillaron en aquel entorno lúgubre, pero a la vez cálido, macabro y romántico a la vez. Creo que de haber tenido ganas le hubiese aplaudido por su excelente y particular gusto.


[Muy buen detalle el de las referencias.]

No le importaba si tocaba algo o se ponía a ver sus cosas, tenía permiso de hacerlo y en verdad aquello no lo incomodaba en absoluto, no tenía nada que esconder, pero sabía que su líder no era de aquellos que hurgaban las cosas de los demás por puro placer, pero aquellas palabras lo hicieron sonreír de una forma algo especial, tanto la pintura como la música eran algo que lo tranquilizaba e inspiraba.

-Es un antiguo pasatiempo, pero solo hago cuadros de paisajes y animales –se mantenía en su lugar sin moverse, observando sus movimientos de forma lenta, aquella sonrisa le llamaba la atención –no soy la gran cosa – bien decían que tanto artistas y músicos negaban sus talentos y los únicos que tenían la razón eran los demás que en verdad apreciaban lo que veían y oían –pero al parecer a ti te agrada el sonido del piano, ¿un pasatiempo antiguo también?- camino un poco para quedar en medio de la habitación –Sera un placer- murmuro de forma tranquila, puesto que estaban en su ‘territorio’.

No contestaría a lo último, solo lo observo para caminar a la cama y sentarse sobre la orilla –al parecer he encontrado algo de tu agrado y una nueva faceta, elige el día que quieras que toque algo para ti o pinte algo especial –se quito la gabardina con un solo movimiento, dejándola caer sobre la cama, aquella sensación era agradable, cuando su líder planeara irse tomaría un baño y después descansaría un poco para salir antes de la 6 de la tarde de su habitación.

-Al parecer mi habitación fue de tu agrado-

(Gracias)

Escuché atento sus respuestas, me interesaba saber a qué venía tal interés artístico y como lo desarrollaba, ya que me dio la posibilidad de concebir mi deseo me atreví a comentar. “Así que paisajes y animales… entonces me gustaría pedir algún gran felino. Puedes hacerlo ¿no? Cualquier día estará bien.” Le dije mientras lo veía acomodarse, una parte de mi comprendía que aquello no era más que una señal para que abandonara la habitación y le dejara descansar, pero por otra parte deseaba quedarme, deseaba fervientemente compartir unas palabras más.

“Ah, el piano" Hice una pausa prolongada y cerré mis ojos un momento para volver a indagar en uno que otro recuerdo. "Sí, es verdad, es la costumbre por los viejos órganos de las iglesias. Solía ser mi pasatiempo de niño.” Expliqué sin entrar en mayores detalles, ¿para qué? Si solo había sido un momento de leve nostalgia que se esfumó tan rápido como vino. No había necesidad de más.

“Sí, en efecto ha sido una grata sorpresa ver tu habitación.” Admití mientras rodeaba la cama, acercándome a él con lentitud, hasta quedar a un costado. “Planeas descansar, ¿Verdad?” Alcé mi mano y toqué su frente con el dorso de ésta asegurándome de que no hubiesen indicios de fiebre lo que indicaría una inminente infección.

A su mente vinieron varios felinos, todos tenían una hermosura única y especial, pero habían tres felinos que le recordaban a su líder, el león, el tigre y la pantera negra, sería interesante pintar alguno de aquellos felinos para aquel sujeto –Lo haré, empezare mañana con él, así que en total serian dos días de espera sin contar el de hoy –

Su mano derecha acariciaba con delicadeza y de forma lenta aquella colcha en la cual se encontraba sentado, era una sensación agradable, así como oír aquellas palabras –El sonido que salen de aquellos majestuosos instrumentos son en verdad embriagantes, podía oírlos aun estando lejos de la iglesia –admite sin indagar en su mente, no eran cosas que quisiera recordar del todo, y aun cuando quisiera le era algo imposible.

Oía sus pasos acercarse nuevamente a él, pero ya no había sido la misma sensación de repelo ni desagrado y era posible que fuera por la plática que estaban teniendo –No te preocupes, no planeo descansar sin desayunar antes, en verdad quisiera tomar algo de té y es…sorprendente que sea agradable hablar contigo… - alzo la mano para tomar la ajena y quitarla de su frente de forma lenta– estoy bien, no necesitas ser mi niñero ni enfermero personal- no quería que se ofendiera, pero estaba haciendo demasiado por él.

"Me parece bien, pero tomate tu tiempo, no tengo apuros, solo espero un excelente trabajo” Sonreí con algo de sorna natural, sin darme cuenta había comenzado a agradarme el hecho de molestar a este sujeto con pequeños detalles, sutiles palabras, meros gestos que para él al parecer aún eran un exceso de amabilidad o preocupación, eso podía notarlo por el tono de sus palabras, por su forma de apartarme y decir que ya era suficiente.

Casi se me escapó una sonrisa maliciosa, pero logré retener el gesto.
Omití comentario sobre el piano, solo hice un gesto con la cabeza indicándole que estaba en completo acuerdo, sin dudas.

“Ya te dije que haría que te trajeran el desayuno aquí, por eso no te preocupes. No seré tu niñero, no soy esa clase de persona amable y servicial. Vine aquí porque simplemente quería, porque me interesas.” Le aclaré girando su rostro hacia mí, inclinando mi cuerpo para sonreírle de una insana manera a pocos centímetros de su cara y luego soltarle y apartarme.

“Me halagas diciendo que es agradable hablar conmigo, espero que no cambies de parecer demasiado pronto” Caminé un par de pasos hasta los pies de la cama donde me detuve un segundo para mirarlo de reojo antes de seguir hacia la puerta. “Iré a que le traigan el desayuno, señor caprichoso. Por supuesto no seré yo el que se lo sirva, a no ser que desee que le alimente.” Sin querer dejé salir un poco más de mi sorna, agregué una risa para hacerle entender que tan solo estaba… “Bromeando”.

-No me gusta hacer cosas que no sean ‘excelentes’ y en el arte soy muy detallista y me tomo todo con mucha paciencia- susurra casi como si aquello fuera un reproche, aun cuando siempre hacia las cosas de esa forma, le gustaba que las cosas salieran bien, pero sabia admitir cuando algo estaba mal o había cometido algún error.

Algo le decía que aquel sujeto estaba jugando un poco con el, había notado aquellos gestos aun cuando eran casi nulos, las facciones y reacciones eran algo que sabia notar a la perfección -Aun cuando lo digas, lo estas siendo conmigo, eres amable aun cuando se te sale ese lado… sínico… que intentas ocultar, se sincero conmigo y no ocultes tu verdadera forma de ser… - aquella forma retadora le agradaba, después de todo, no podía esperar más del líder.

-…Cuando haces eso pareces un psicópata sexual- aclaro con una muy pequeña sonrisa burlona y encogerse de hombros un poco –eso solo depende de ti…- murmura mientras lo veía alejarse un poco –Bueno, ya me estas atendiendo, supongo que ahora tienes que terminar el ‘servicio’ completo,…jefe- deja escapar una pequeña y sutil risa de forma suave -…pero por favor, no te vistas de maid- murmura un poco más para el que para el líder Crivello.

El tema del arte quedó de lado con rapidez cuando escuché lo que me decía. Me estaba diciendo que podía ver, en parte, a través de mí. Me solicitaba dejar el cinismo de lado y a la vez mostrarle mi verdadera forma de ser. El problema es que mi personalidad de por si es cínica.

De cualquier manera no me molestaba en lo más mínimo que me respondiera también con sorna. “Quién sabe, no deberías usar tales palabras contra un sacerdote, sin embargo… de ser un psicópata sexual, el tomarte del mentón y susurrarte, es lo mínimo que te haría.” Puede que su actitud y respuestas hasta me provocaran más seguir jugando.

“Vaya, no sabía que tenías esa clase de fetiches.” Comenté por la acotación de “maid” para luego salir de la habitación, cerrando la puerta tras de mí.

Tardé algunos minutos pero eventualmente volví con lo prometido: su desayuno. Té aromatizado y algunas tostadas para acompañar junto con algunas frutas frescas picadas servidas en un plato con elegantes detalles en oro. Una bandeja de plata para poder trasladar todo. Sí, ni en la loza el vaticano dejaba de mostrar sus pudientes recursos.

Abrí la puerta nuevamente y me acerqué en silencio a la cama, tal y como había dicho, no, más bien solicitado él, ahora cernía mi sonrisa maliciosa sin pudor alguno. ¿Me quería conocer tal cual era? Pues entonces le daría en el gusto como uno de mis consentidos.

Dejé la bandeja sobre la cama, apartando el té. Luego lo miré con un dejo de superioridad. Todo aquello sin dudas me divertía y me sacaba de la rutina. Tomé el tenedor y pinché un pedazo de fruta para luego ponerselo frente a los labios.

"¿No deberías decir "Ah~"? O quizás prefieras que te dé de comer de otra manera... O de otra cosa." Susurré, denotando la mala intención de la oración.

-Yo no sé qué pasa por tu cabeza, tampoco que tan pervertido puedes llegar a ser y no es algo que quisiera averiguar – aclaro de forma muy consciente que aquellos ‘juegos’ se podían ir de largo, pero no acostumbraba a hablar de aquello que era ‘privado’, mas no pudo el evitar mencionarlo, pero parecía que al otro le agradaba aquello de cierta forma.

-…La imagen de verte así vestido ha sido frustrante,… no te queda en lo mas mínimo, a tu personalidad tendrías látigo en mano y traje de cuero pegado como los que se encargan de azotar a los ‘criminales’ y gozan de los gritos- susurro cuando el líder se había retirado, era rebelde a su manera, pero sabía que decir aquellas palabras no era sensato frente la cara del líder.

Se paró de su lugar una vez que su líder se fue para ir al baño, abriendo la puerta y cerrarla una vez dentro de aquel pequeño pero sutil cuarto, solo tenía lo necesario, entrando se podía ver un hermoso mueble de baño de pino Radiata color natural pero barnizado donde reposaba en la parte de abajo 2 toallas de color rojo, una era para secarse las manos y la otra para la ducha, bajo de aquel estante habían dos muebles mas y al lado un pequeño estante. Se encamino hasta quedar frente aquel mueble, observando su reflejo en aquel espejo que adornaba la pared, no era muy notable la suciedad de su rostro, pero podía sentir el polvo y algo de tierra que reposaba sobre su piel.

Así que abrió la llave del lavamanos que se encontraba en el mismo mueble, dejando que se llenara de agua fría mientras se agachaba para abrir uno de los muebles y sacar algunas prendas que usaría después, dejándolas a un lado de donde estaban las toallas, para después abrir el pequeño estante del mueble en el cual se transparentaba lo que había ahí, la cual era una pequeña variedad de jabones, shampoos y una que otra fragancia, pero solo tomo uno de los jabones sin importarle de lo que fuera.

Nuevamente se puso de pie, cerrándole a la llave para inclinarse un poco y mojar su rostro con ayuda de sus manos, el agua estaba fría, aquello lo hacía suspirar y sentir una agradable sensación que recorría su cuerpo mientras enjabonaba sus manos y las pasaba por su rostro de forma rápida, sintiendo como era que su rostro se limpiaba, pero no solo se limito a limpiar su cara ya que también mojo su lacio cabello rojizo y brazos, secándolos con la pequeña toalla, no se bañaría aun, pero ya había dejado todo en orden para cuando lo hiciera, pero antes de salir de ahí lavo todo rastro de jabón que había podido quedar sobre el lavamanos y asi volver a la cama, no sin antes ponerse unos lentes de lectura que se encontraban sobre el escritorio.

Ciertamente le sorprendió que llegara de forma rápida el líder, pero el aroma de aquel té había llamado su atención por completo, tenía una hermosa fragancia, pero lo que más le llamaba la atención era aquella sonrisa, vaya que si era divertido – …omitiré el sonido y solo probare de aquello, estoy seguro que lo estas disfrutando, es bueno que uno de los dos se divierta – murmuro ya que aquello en verdad era muy… pero exageradamente a vergonzante para él, agradecía que no hubiera más que él en su habitación, si no ya lo hubiera sacado de una forma nada sutil

-…Me regañare a mi mismo después, pero espero ver tus forma de poder alimentarme… -acerco el rostro al tenedor para abrir la boca un poco, sus labios rosaron con la jugosa fruta humedeciéndolos de forma leve antes de tener por completo aquel trozo de fruta dentro de su boca, alejándose un poco ya que en el acto había entrecerrado los ojos, pero poco le importaba lo tal vez ‘inocente’ que podía verse al hacer aquello, ya que su plan en ese momento era degustar aquel sabroso trozo de fruta.

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Spoiler:

Me sacó una leve risa su evidente rechazo hacia mi propuesta. Aún así accedió a recibir la comida que le ofrecía, es más parecía seguir provocándome a mantener (o más quizás aumentar) el juego entre nosotros. En efecto, yo lo estaba disfrutando, no iba a negarlo.

Disfrutaba de sus palabras y a la vez de su vergüenza indirecta. El chico era susceptible, como Myuka, pero de una forma completamente distinta porque de por si nuestro trato era distinto. Parecía tener un vidente rechazo pero a la vez mencionaba frases de curiosidad, de aceptación o casi desafíos hacia mí.

“Espero que luego no te arrepientas” Le advertí mientras le observaba comer y notaba que tenía el cabello sutilmente humedecido. De seguro se había lavado en los minutos que tardé en volver. Aquello sin querer le daba un toque más sensual, pero no estoy seguro de que él fuera consciente de eso. Tampoco de sus gestos que tenían un dejo claro de delicadeza que me impedía despegar la mirada de su rostro, de cada una de sus facciones, pero a la vez sentía como procuraba mantenerse alerta tras una cara de estoico desinterés hacia mí.

En silencio tomé otro pedazo de fruta, pero esta vez fue a parar a mis labios en vez de los suyos. Estiré mi mano hacia Faltreon apoderándome de su cabello, jalándolo con muy poca sutileza para acercarlo a mí. ¿No es que quería conocerme como realmente era? ¿No que me venía más una faceta violenta? Ah, si hasta la idea del látigo me había parecido interesante, exceptuando el asunto del traje de cuero. El resto claro que venía con mi personalidad, de por si disfrutaba los castigos de los pecadores como si fuera el regocijo de Dios colándose en mi alma. A pesar de haber dicho que no tenía interés en averiguar qué tan pervertido podía llegar a ser, al parecer el pelirrojo no se daba cuenta de que por sí solo me estaba provocando, era su culpa que encontrara entretención en él.

Sin permiso me acerqué a sus labios cuidando de no dar vuelta la bandeja que estaba a nuestro lado con los movimientos. Con mi otra mano le tomé el rostro para impedir que escapar, ejecutando un poco de presión en sus mejillas para incitarle a abrir la boca. En un movimiento rápido le pasé el trozo de fruta a su boca apenas rozando sus labios, porque a pesar de todo… Solo le estaba dando de comer. ¿No?

Sonreí burlesco y lo solté.

Si no hubiera sido porque estaba disfrutando del sabor de aquel pequeño trozo de fruta jugosa y sumamente exquisita, ya le hubiera contestado que simplemente algo en el ya se estaba arrepintiendo de sobremanera, pero aquel tono de voz hacia que aquel modo tal vez retador y burlón que existía en el no lo dejara echarse para atrás, si no al contrario, pero sin olvidar su posición y el trato que debía darle a su líder.

Sabía que su líder lo observaba con detalle, pero el también lo observaba de forma fija, cada detalle, aun del más mínimo movimiento de aquel cabello lacio oscuro como el carbón, el de sus fosas nasales al respirar de aquella forma tan tranquila, la cristalidad de su mirada y sus labios, todo aquel movimiento fácil no pasaba por desapercibido para él.

Observo como aquella mano se acercaba a su rostro, pasando por su cabellera rojiza para ser sujetada con algo de fuerza y ser jalado hacia él, por acto reflejo poso una de sus manos sobre la cama, deteniendo su avance ya no tan necesario , ya que Crivello había acercando su rostro al suyo, por su mente pasaba lo que quería hacer al tener aquel pedazo de fruta entre los labios, no le parecía nada agradable aquel acto, pero no podía negar el rechazar aquella fruta al sentir aquella mano levemente fría sobre su rostro, sintiendo aquella presión que lo obligo abrir la boca para recibir aquel trozo, pero lo que lo frustro fue aquel suave roce de labios, haciéndose inminentemente para atrás, sus mejillas habían tomando aun en su contra un color cálido, rosado que podía notarse un poco, pero el leve fruncimiento en su rostro daba a entender que no le había gustado aquel acto.

Ladeo el rostro para no observarlo mientras ingería la fruta.

Aquel resultado había sido simplemente adorable ante mis ojos. Tan sutil y preciso que sentí un escalofrío recorrer mi espalda del gusto natural que me causó. Me encantaba la sutileza con la que aquel chico reaccionaba, con un orgullo prudente, con la precausión adecuada, sin sobrereaccionar, pero a la vez sin dejar de responder como el hombre que era. No pude contener una suave risa de mi parte, fue ronca como es mi voz naturalmente, pero aun así se me escapó de muy buena gana.

“¿Qué? Parece que te ha comido la lengua el ratón.” Le acoté ante su sorpresivo silencio, aunque perfectamente podía argumentar al hecho de tener la boca ocupada con comida, lo que era totalmente válido, pero no por ello sería la verdadera razón. Me fijé en el sutil cambio de sus mejillas, inconcientemente y quizas en contra de su voluntad este chico comenzaba a encender un lado bastante malicioso en mí. ¿Lo dejaría realmente descanzar?

“Hey, no me gusta que no me miren a la cara cuando hablo.” Dije mientras le obligaba a enderezar la cabeza, haciendo que nuestras miradas chocasen una vez más. “La fruta está exquisita ¿verdad? Siempre procuramos tener buena comida, en especial para nuestras tropas.” Agregué como un detalle extra para luego volver a pinchar otro trozo de ésta, ofreciéndosela directamente con el tenedor otra vez, sin volver a acercarme (por ahora). Primero quería ver su contraataque, si claro, se atrevía a hacer alguno, cosa que realmente dudaba por el tipo de personalidad que demostraba.

Era frustrante y algo abrumador escuchar aquella risa sin malas intenciones y estar en esa situación tan inusual y extraña a la vez, no era algo que pasaba todos los días, y en su caso, jamás alguien había estado así de cerca sin salir golpeado ante tal imprudente acercamiento a su rostro, tal vez aquel hombre tenía un muy buen ángel protegiéndolo para no ser golpeado en ese momento por él.

Trago aquel pedacito de fruta para respirar de forma suave y poder controlar aquel leve sonrojo de sus mejillas, ordenando sus ideas aun sin verlo, no era pena, impotencia tampoco, era solo algo extraño que sabría controlar y analizar aquella situación, así que no se desesperaría y jugaría un poco mas antes de empezar el también a controlar un poco la situación porque a simple vista, la situación se le estaba escapando de las manos como la arena en un reloj.

Su rostro nuevamente fue volteado aun en contra de su voluntad, pero sin resistirse a la vez, chocando su mirada con la ajena , observándolo de forma detallada para después sonreírle con levedad -…Acostúmbrate conmigo- susurro mientras cerraba los ojos, mostrando su calmada apariencia de nuevo o solo eso parecía -…Creo que la fruta no es lo único bueno en este lugar…- murmuro de forma suave pero burlón, entreabriendo los ojos de forma un tanto sensual mientras abría la boca pero esta vez saco su lengua para lamer aquel trozo de fruta de forma lenta, ladeando el rostro sin dejar de lamer la aquel trozo de fruta para después introducirla a su boca, alejándose de forma lenta, sintiendo un pequeño hilo de saliva en la comisura del labio.

Definitivamente aquel pelirrojo estaba jugando con fuego. Lo divertido era que él parecía saberlo a la perfección y aun así se atrevía a contraatacar mis acciones. Lo admito, no pude evitar sorprenderme por su repentina y poco esperada sensualidad. Tampoco pude despegar la vista de su boca, de su lengua y sus labios. Mucho menos evitar el leve sonrojo en mi rostro. Sí, me había devuelto la mano con aquello. Más no dejaba de hacerme gracia. ¿Cómo es que me había seguido el juego?

“¿Ah sí? ¿Qué más bueno hay?” Alcé una ceja y le dediqué una mirada más profunda para luego llevarme un pedazo de fruta a la boca, pero esta vez me la comí sin permiso. Mientras esperaba su respuesta. Me intrigaba que tan lejos iba a llegar, lo que sí sabía que hiciera lo que hiciera iba a responderle, pero sería paciente, hace mucho que no disfrutaba de buena compañía entre mis colegas así que iba a aprovechar al máximo esta oportunidad.

“Me encantaría saber” Dejé de lado el tenedor y tomé con mis dedos el último trozo de fruta, mordiendo la mitad, ofreciéndole la otra mitad nuevamente apoyando la fruta en sus labios. Inconscientemente me lamí mis propios labios, quizá queriendo degustar más la fruta, o quizás por la tentación que me provocaba Faltreon, quien sabe, de todas formas jamás iba a admitirlo, incluso así creo que mi mirada era suficiente para hacerme entender. Siempre lo ha sido.

Sabía que había logrado su objetivo, aquellas facciones y aquel llamativo sonrojo leve sobre aquellas mejillas claras de su líder lo delataban de gran forma, era curioso verlo de esa forma pero agradable, no todos los días se veía a una persona seria y fría sonrojarse aunque fuera por escasos segundos, pero el juego aun no terminaba y era mejor no descuidarse con pequeñeces agradables.

Escucho de forma atenta mientras una sonrisa se dibujaba en sus labios, una sonrisa sincera y llamativa sobre su rostro –Eso es fácil de saber…- susurro mientras lo veía comer, guardando un silencio un tanto prolongado, escuchando aquellas palabra antes de ver que hacercaba aquel trozo a su rostro -… es algo que me encantaría probar en estos momentos….- le tomo la muñeca sin hacer opresión alguna, abriendo la boca para obtener aquel pedazo de fruta, rosando sus labios de forma lenta sobre la húmeda fruta mientras su lengua pasaba por los dedos ajenos, alejando su rostro solo escasos milímetros para masticar de forma lenta e ingerir el pedacito de fruta y así pasar su lengua por aquellos dos dedos, limpiándolos de todo el dulce natural que pudieran tener de su ‘agradable y delicioso’ desayuno.

Una vez que termino le soltó la mano solo para acercarse a el de una forma lenta, acercando su rostro al ajeno para verlo de forma fija y sonreír solo un poco –no hay nada mas delicioso que el té -extendió su mano para tomar aquella pequeña taza, volviendo a su lugar y alzarla un poco como si fuera un brindis por escasos segundos, llevando la taza debajo de su nariz para sentir aquel delicado aroma -…mientras esté caliente es más sabroso… - susurro para llevar aquella taza a sus labios, bebiendo el contenido de forma lenta y dejar casi vacía la taza en la bandeja de plata -¿no lo crees asi?-.

De nuevo le vi ser descaradamente lascivo al comer, incluso atreviéndose a lamer mis dedos en el acto que de inocente no tenía un pelo. Cuando sentí la humedad de su lengua no resistí la idea de presionar aquel músculo un poco, introduciendo sutilmente la punta de mis dedos en su boca. Sin embargo conseguí que mi expresión no solo fuese nula, sino más bien dura. Sería difícil volver a tomarme por sorpresa porque ya sabía, en parte, el juego que este sujeto jugaba. Sabía que el juego se había vuelto equitativo y eso era lo más llamativo.

“Estoy completamente de acuerdo” contesté a su evidente burla con la compostura recuperada nuevamente, aunque aquello me había causado bastante gracia no dejaba de ser casi una ofensa. Logré retener el impulso de tumbarlo sobre la cama porque sí, en definitiva, me había imagina una clase de respuesta similar. “Temía que ya se hubiese enfriado, es complicado cuando eso sucede. No se logra degustar bien.” Acoté notando como se había tomado la taza de un sorbo largo. Bastaba una provocación más y mi paciencia superaría el límite. Pero por supuesto, no era que me estuviese controlando por moral o consideración. No, no soy esa clase de sujeto amable, ya lo dije. Simplemente quería ver hasta donde era capaz de llegar sin ser presionado. Tenía una última jugada antes de que el león le saltara encima.

“¿Y las tostadas? ¿no piensas comerlas? ” Pregunté casi como una burla. ¿No eran exquisitas también? Deberían serlo y el chico debía acabar con todo su desayuno. Yo simplemente me limité a lamer uno de mis dedos anteriormente atendidos por él, sonreí con maldad.

El juego se volvía parejo de nuevo, lo bueno siempre duraba poco en ocasiones, pero ya había sido suficiente para él, si seguía así no podría descansar aunque a ese paso dudaba poder dormir un poco, aunque aquello no era una molestia para él, era natural, pero la ‘orden’ de descansar había sido de su jefe, el cual estaba en su cama.

-Así es… No tiene caso tomarlo frio… - susurro de forma tranquila, si algo lo relajaba de sobremanera, era el té, era un degustador de todo tipo de tés, pero aun así sentía que estaba mal bajar la guardia, Crivello no se quedaría atrás, estaba seguro de aquello, no era de los hombres que ‘perdían’ sin dar batalla.

-Con ‘tanta’ diversión se me habían olvidado- observo por un momento aquellas tostadas, pero negó de forma leve –‘probar’ cosas nuevas me lleno, es una lástima que se vayan a desperdiciar, pero lo más seguro es que otra sacerdote le encantara comerlas, mas si se las llevas tu- toma la bandeja de plata con una mano para ponerse de pie y dejarla sobre su escritorio –No te preocupes, yo me llevare todo esto a la cocina después, me gustaría tomar un baño primero, quien sabe, ‘agotarme’ un poco antes de caer en cama cansado y poder dormir – una pequeña sonrisa tal vez de victoria adorno su rostro -¿alguna objeción jefe?- una incitación tal vez.

Sonreí, esa había sido la última señal que tenía para jugar. Y en efecto la había jugado, pero… ¿Estaría consciente de las consecuencias? Creo que no del todo o bien, este chico era el perfecto mentiroso. De cualquiera de las dos maneras me haría disfrutar.

“Por supuesto que no tengo objeciones” Dije con la mirada seria, poniéndome de pie hasta llegar a su lado, tomándole de un brazo con la autoridad que solo yo podía ejercer para jalarle sin su permiso hasta el baño. El juego del desayuno ya había acabado y ahora se me antojaba mostrarme un poco más… “al natural”.

Me metí con él al baño y antes de que pudiera decir algo atrapé sus labios con los míos en un beso demandante, exigente y salvaje. Ya se me había agotado la faceta amable y ahora simplemente reclamaba lo que me había ofrecido con descaro. ¿O era que yo le había mal interpretado? Para nada, el único culpable aquí seguía siendo él.

No le dejé tomar aire aun cuando hasta yo me sentía sofocado por el beso. Sin mucha delicadeza me deshice de sus ropas, no rasgándolas como una bestia, pero sí de forma magistral, con rapidez pues me estorbaban para mi propósito.

“Quítate el resto” Le ordené interponiéndome en la puerta por si se le ocurría escapar, mientras me quitaba mi propia gabardina, la chaqueta y la camisa.

Peligro, cada milésima parte de su cuerpo lo pudo percibir con una suave descarga que paso desde sus pies hasta la coronilla, su estomago se revolvió un poco mas no reflejo nada, en verdad esperaba un ataque más por parte del líder, y solo con aquella sonrisa y mirada sabia que ahora si iba muy en serio y que lo más seguro era que no le iba a agradar lo que pasaría.

-uhm …- se estaba acercando y actuando enseguida al tomarlo del brazo solo como el sabia hacerlo al parecer, dando el primer paso de forma brusca para después continuar el ‘corto’ viaje al baño de una forma no muy agradable, una vez más el juego empezaba, uno en el cual ya no quería participar al saber por dónde iba exactamente.

La sensación que sentía al ser poseído por aquellos labios no era desagradable, pero tampoco nada agradable, no era el primero que lo besaba, pero si el primero en hacerlo de aquella forma tan descarada, a su sano juicio era como una bestia salvaje, pero no correspondió del todo el beso ni rechazo.

Ya que sus labios se movían casi al mismo ritmo que los de Crivello, pero solo como acto reflejo para no ser dominado sin ‘pelear’ primero y no porque le quisiera corresponder con un beso ‘salvaje’, en verdad su líder se había puesto fogoso al no querer dejar sus labios libres, pero sobre todo ante aquellas manos que le despojaban de la gabardina de una forma experta.

Respiro llevando el dorso de su mano derecha sobre su boca, su mente estaba formulando bien todo lo que estaba pasando aun cuando ya sabía que era aquello -…vaya… el felino en verdad quiere cazar a uno de sus ‘cachorros’….- susurro mientras recuperaba el aliento, sus mejillas le ardían solo un poco ya que para su desgracia se había sonrojado más que la primera ocasión.

-…Me gustan más los baños ‘privados’,… los ‘disfruto’ mas –se puso firme nuevamente para negar un poco –esto no me agrada Crivello… ‘estas’ cosas de intimidades no son lo mío, jamás las he puesto en práctica – admite mientras se recargaba en la pared.

"No creo haber preguntado si era de tu agrado o no” Casi escupí las palabras tras la sonrisa maliciosa que tenía pintada en el rostro. Me regocijé al verle ahora claramente sonrojado mientras me quitaba los zapatos y esperaba que él lo hiciera también, sin embargo vi su frenada. Comprendí que a pesar de todo su valiente jugueteo el chico estaba bien lejos de haber asumido las consecuencias de todo. Era casi adorable su inocencia. Lamentablemente yo no accedía a retroceder un mísero paso, mucho menos permitiría un escape o me apiadaría de él.

“Corrección mi querido Faltreon…” Le tomé con fuerza de la muñeca y con un movimiento brusco le obligué a entrar a la ducha, abriendo de golpe la llave del agua para empaparnos los dos. “Yo ya te he cazado.” Le asegure mientras le ponía contra la pared, ejerciendo presión con mi cuerpo desde su espalda, cerciorándome de tener ambas manos del joven tomadas.

No tardamos mucho en estar empapados por el agua tibia. Poco me importaba incluso haber mojado mis pantalones, aquellas cosas dejaban de ser relevantes, eran opacadas por el interés que el pelirrojo despertaba en mí.

“Es una lástima que te gusten los baños privados. Poco me importa si jamás lo has puesto en practica, pequeño virgen.” Le susurré al oído mientras le mantenía las manos por sobre su cabeza, intentando tomárselas con solo una mía para asi tener la libertad de tocarle con la otra.
Toqué su torso, rozando las zonas sensibles, sus pezones, sus costados, bajando hasta su estómago comenzando a desabrochar su pantalón.

“Te dije que te lo quitaras.”

Nuevamente aquel sentimiento de repulsión hacia su líder fue notorio en su mirada, aquella poca confianza que le había otorgado fue pasada a otro plano, mas no olvidada, ya que sentía que parte de ese comportamiento era su culpa, el había pedido que fuera como en verdad era, ya que prefería conocer el verdadero comportamiento de los demás y no solo una faceta.

Sabía que ya eran inútiles las palabras, el seguiría avanzando hasta acorralarlo, después de todo en ese plano, el era la presa y su líder el cazador que estaba dominando con todas sus acciones, parecía un pobre cervatillo separado de su madre, no sabía que hacer aun cuando su mente pensaba en cientos de cosas a la vez, pero ningún plan lo llevaba a cabo.

El agarre de su líder ya no lo había tomado por desapercibido, pero solo entreabrió su boca de forma suave mientras el agua al principio fría se abría paso entre sus hebras de cabello y así recorrer cada milésima parte de su cuerpo. Su mirada ahora se encontraba oculta tras sus rojizos cabellos, temblando solo por escasos segundos ante la sensación fría de reposar su cuerpo contra el frio mármol, no debía actuar débil o solo le daría más placer al león.

-Para ser sacerdote… no eres muy puro – susurro de forma suave mientras se clavaba las uñas al no querer ceder a aquel cosquilleo que recorría su cuerpo ante las caricias que le daba Crivello a su cuerpo, una sensación nueva la cual ‘debería’ ser placentera al ser un rito normal entre todas las especies, pero aquello solo era morbo por parte de su líder.

-…Yo no te obedezco, no eres mi amo- De un brusco y lastimoso movimiento libero sus muñecas para voltearse de forma rápida y darle la cara – Fin del juego nuevamente – le dedico una pequeña sonrisa mientras lo abrazaba para distraerlo un momento, metiendo su pierna izquierda entre las ajenas para que perdiera el equilibrio y cayera al suelo húmedo.

-Perdón- aun cuando sus colmillos no eran tan grandes y afilados como los de un verdadero vampiro, podían notarse al sonreír de aquella manera abierta y burlona, aquella identidad del vampiro había tomado parte del juego -…Si tu eres fuego, yo soy agua- acerco su rostro al ajeno solo para morderle el labio con fuerza, sacándole aquel delicioso liquido carmín el cual limpio con su lengua.

Me tomó por sorpresa el que lograra soltarse, no, más bien me desconcertó su abrazo, pero pronto todo cuadró en mi mente cuando, sin poder evitarlo terminé resbalando hasta caer al piso. Me reí no por mero orgullo o por parecer altanero, sino porque en verdad aquel chico hacía las cosas mucho más interesantes. Le miré desde abajo con una sonrisa maliciosa y me paré sintiendo como el agua me recorría cada parte del cuerpo, escurriendo por mi cabello y rostro dándonos a ambos un semblante un tanto más agresivo.

“Jamás recuerdo haberme descrito con tales palabras. ¿Pureza? Ja, déjale eso a las monjas.” Se rió de buena gana, claro que a su insana manera. “Así que agua ¿eh? ¿Eso significa que me vas a apagar?” Comenté complacido al ver sus colmillos. No demasiado prominentes pero por supuesto, nada humanos. Me quedé callado al ver como se acercaba hasta mis labios y mordía hasta hacerme sangrar. Ah, aquello si que fue una mala idea…

Casi por inercia, sin alcanzar a pensarlo mucho mi cuerpo se movió, golpeando su cara de forma brutal por su osadía a tomar mi sangre sin permiso. Si aquel chico tuviese la contextura de Myuka de seguro le habría al menos, dislocado la mandíbula. Pero ya que el pelirrojo estaba alardeando de su condición, no me quedaba de otra.

Lamí mis propios labios probando mi propia sangre y tomé a aquel muchacho del cabello, alzándolo hacia mí. “Cuidado con lo que haces Faltreon…” Susurré con una mueca de claro disgusto en la cara. “Al parecer tienes problemas controlando tus impulsos. Eso es algo que no puedo tolerar.” Solté el agarre, empujándolo hacia atrás, saliendo de la ducha luego de cortar el agua.

“Créeme que me encantaría seguir con esto, pero detesto sentir que eres realmente una bestia.” Me toqué la herida en el labio y sonreí, contradiciéndome con mis propias palabras. “Creo que debe ser que estás cansado. Así que dejaremos este asunto para una próxima ocasión.” Salí del cuarto de baño secándome el torso con una toalla, llevándome mi chaqueta en la mano. En su habitación me quité los pantalones empapados y abrí su armario, sin permiso robé las prendas secas y limpias que necesitaba, vistiéndome nuevamente. “Procura que no te hieran esta noche, o quizás mañana deba traerte también el desayuno~” Le molesté de buena gana, me había dejado satisfecho nuestro juego a medio concluir.

-Entre agua y fuego no se llega a nada, solo se crea vapor – murmuro de forma tranquila, aquellos dotes no pedidos le hicieron ver el movimiento que aria Crivello, pero sería divertido sentir uno de sus golpes solo para sentir su fuerza, formándose una sonrisa sínica en su mente, el dolor llegaba a ser tan placentero, aun aquel brutal golpe le causaba una pequeña sonrisa mientras pasaba de forma lenta su lengua por su labio roto y sangrante.

Ya no le importaba mucho lo que estaba pasando, había perdido el interés y si en verdad se enojaba su líder -…no esperes una disculpa, tú fuiste quien despertó lo que oculto- aquello era en verdad una ironía, ya que él había provocado ese comportamiento en Crivello y su líder el que despertara aquel instinto de vampirismo.

Nuevamente su espalda estaba contra el mármol, pero en esa ocasión era una sensación agradable, sabia que todo había terminado y que podría descansar por fin, lo sabía por los movimientos que hacia su líder, aquel felino se había cansado de jugar al no esperar tales actos.

-Supongo- aquellas palabras simples y tal vez escuetas podían significar demasiado y con muchos sentidos, no se pondría como un uke moe, no iría tras el, no lo detendría ni muchos menos suplicaría por algo, en verdad agradecía el que se fuera, así podría terminar de ducharse, curar nuevamente sus heridas que con tanto movimiento brusco se habían abierto nuevamente y al final podría descansar un poco como era lo planeado desde el principio.

-…hè… Pero para entonces tendrás que traer nuevos juegos… - susurro mientras se ponía de pie, después de todo, no había sido tan malo la compañía de aquel líder.