Aburrimiento. [Lesther] [+18]

Caminaba sin rumbo alguno, en silencio, sumido en sus propios pensamientos, muy concentrado como para que cualquier cosa le sacara de su ensimismamiento. Suspiró levemente, puesto que aquél día estaba más melancólico que cualquier otro, y alzó la vista al cielo estrellado.

Deseó estar en el dulce, suave y oscuro firmamento, perdido, solo. Para que nunca más le hicieran sufrir. Para que nunca más pudiera recordar nada de su familia, y que nadie se lo recordara, tampoco.

No importaba cuánto intentaba huir de ellos, de sus fantasmas personales, siempre los encontraba en cada esquina. En cada papel que leía, en cada reflejo que avistaba.

-Hmph...

Ese día era un día para recordar, al parecer. Otro más de tantos, de los que habían sido y de los que serán.

Una vez más el pelirojo estaba deambulando por la plaza, cosa que ya parecía una manía más que una costumbre. Esta vez no había ningún espectaculo que hacer, el proposito ahora era netamente dar con su cena.

Como siempre procuraba ser selectivo y un poco exigente. Dicen que es de malos modales jugar con la comida, pero el no jugaba, solo le gustaba beber de gente interesante y la gente, no puede ser interesante si no se conoce primero.

No podía negar que también gran parte de su selección se debía a una cosa de primera impresión. Esta vez fue un chico con cara de pocos amigos el que llamó su atención. Dentro de poco y sin darse cuenta se encontraba siguiendole el paso a una distancia bastante prudente, pero no dejaba de ser de por sí, un seguimiento.

Se giró levemente, al sentirse un poco perseguido. Vió a un pelirrojo, no muy lejos de él, que le miraba algo fijamente.

-¿Eh?

Creía reconocerle de algún lado. Su porte era extravagante, y de seguro había sido en algún truco de calle o algo por el estilo.
Lo miró con cara de absolutamente nada, como si él no significara nada en su mundo.

Y no lo hacía.

A pesar de verse descubierto se mantuvo en su posición, con la mirada fija en el chico, una mirada interesada, directa y quizás hasta un poco sensual. Por alguna razón le gustaba la controversía que había entre su estatura y su evidente mal humor, por supuesto no era un chico cualquiera, pero si estaba seguro de que aquel ser era un humano.

Hizo un sutil gesto con el sombrero a modo de saludo, por supuesto no era su intención invadir el espacio del otro, pero tampoco le perdería de vista. ¿Que mas daba si ya le había visto? Si despues de todo deseaba ser visto por él.

Esperaba que su pequeño acoso no le sacara demaciado de sus cabales a aquel chico y, con algo de suerte quizás lograría entablar una conversación antes de cenar.

Aunque Thomas fuera muy serio, le habían enseñado lo que era el respeto -a golpes- por lo que le devolvió el saludo, no de manera muy cordial eso sí a el extraño, inclinando levemente su cabeza.

Estaba extrañado. Nunca nadie le saludaba así.

-Heh.

Se giró y siguió en lo suyo.

-Eso ha sido un poco frío, joven señor. -dijo apareciendose de pronto frente a él gracias a la agilidad sobrenatural de su raza.
A pesar de eso, se mantuvo al menos a un par de metros del joven, pudiendo apreciar esta vez su rostro. Era pálido, quizás hasta tanto como él y eso que era humano. Tenía las ojeras un poco marcadas y, sin querer ofenderlo, parecía ser débil de salud.

- Supongo que es nomal ignorar a un desconocido. -suspiró- Lo lamento mucho -se disculpó con una nueva reverencia dandose cuenta de que con su ultima acción había sido bastante impulsivo.

Se paró de sopetón al verle delante suyo. ¿No que estaba metros atrás? "Así con los trucos." Suspiró.

-Vaya...

Su voz, un tanto rasposa, salió de sus labios entreabiertos. Estaba realmente sorprendido. ¿Quién se creía para hablarle y acercársele así?... Y no es que él fuera la gran cosa.

-Todos en nuestra medida ignoramos a los demás ¿No? No veo porqué habría de ser diferente esta vez.

-Supongo que así es... -suspiró un poco derrotado, sin dudas aquel chico no sería alguien fácil de tratar, pero su maestro solía decirle que cuanto más costaba algo mejor era al final. Esperaba que no estuviese equivocado esta vez.

-Pero yo estoy muy lejos de querer ignorarle. -comentó con sinceridad, con la mirada en los ojos ajenos. Muchas veces el pelirojo sonaba más a un niño impulsivo, sincero que a un adulto calculador y misterioso como solían decirle.

-¿Esta ocupado joven señor? -susurró con una suave sonrisa en los labios- Parece un poco sumido en sus pensamientos. Por supuesto no soy tan estúpido como para pretender ayudarlo o esperar que me diga algo, pero si tiene algo de tiempo... quizás quiera ver un truco para despejar su mente. -ofreció con humildad.

-La verdad es que estoy ocupadísimo caminando, respirando y haciendo absolutamente nada, eh.

Habló con sorna, y se le escapó una media sonrisa.

-Claro que no... -Susurró- Vamos, muestra lo que tengas, sé que eres muy bueno en lo que haces... Te ví, una vez, a lo lejos.

Pero qué pesado que podía ser él mismo, lo sabía.

-Lamento ser un pesado.

Se volvió a inclinar levemente.

Sonrió sutilmente ante lo dicho por el joven.

-No importa, no son sus palabras lo que me atrae de usted o lo que me pueda molestar. -afirmó jugando con un par de cartas de su baraja favorita- Asi que... ¿me conoce? -se sorprendió por el hecho, pero no pudo evitar que su sonrisa se hiciera un poco mas amplia.

Sin decir mucho mas comenzó con el típico juego de luces. Haciendo que las cartas flotaran a su alrededor mientras eran bañadas por una extraña llama azul. De todo el conjunto una escapó hasta posarse frente al chico pelinegro.

-Ah, ya veo.

Se puso a observar como jugaba con las cartas, esperando, atento, a que comenzara el truco prometido.

-Sí, un par de veces en la calle.

Miró las cartas elevarse. ¿Cómo lo haría? ¿Cuerdas? No, imposible.
Una de las cartas se le acercó, siendo ésta el rey de picas.

-Interesante... -Musitó.

Sonrió, a final de cuentas cada carta elegía a cada persona así como sus instintos elegían sus acompañantes cada noche.

-Asi que es un rey.. -comentó mientras las demas cartas revoloteaban cuales mariposas a su alrededor.- Adelante, toque la carta, debería ver algo simple, pero de su agrado. -hizo una reverencia sutil. Era uno de sus trucos más usados, sin embargo jamás, hasta ahora al menos, el truco había sido igual al anterior, porque siempre dependía de la otra persona, no del mago en sí.

Esperó a que el joven tocara la carta antes de acercarse un par de pasos. De por si no era una persona que gustara de la distancia y la frialdad.

Lo miró con curiosidad, casi como un gato que ha visto algo que ha llamado su atención, fijamente, y casi sin darse cuenta, se mordió levemente el labio inferior.

Más que un gato, era una pantera.

-Veamos, entonces...

Tocó la carta suavemente, disfrutando su suave textura.

A pesar de estar envuelta en ese curioso fuego azul la carta no quemaba.

Ante el toque del joven la carta reaccionó y comenzó a desvanecerse, esta vez parecía ser consumida por el fuego. Una vez terminó de desaparecer solo quedó la llama que de a poco tomó la forma de un felino.

Un reflejo, sin dudas.

Era un felino que miraba de igual forma que lo hacia el pelinegro, que imitaba sus movimientos.

-Es hermoso.. - comentó aunque claro, no se refería a su propio truco.

No se movió de donde estaba, pero miró con la misma curiosidad del gran felino frente suyo.

Una hermosa, delicada pantera.

"Es hermoso" le dijo el que aparentaba ser menor. ¿Pero a qué se refería?

Alzó levemente su mano para tocar la ilusión. Como la carta, tampoco quemaba en lo absoluto. Era... Extraño.

Se quedó mirando al joven, parecía agradado al menos y eso le gustaba.

-Puede conservar la carta si gusta. Aunque el truco funcionará solo en las noches, y según cuan fuerte sea su voluntad. -dijo con la voz suave- ¿le gustaría conservarla? -por lo general no solía hacer eso, pero esta podía ser una interesante excepción.

Finalmente dio un par de pasos mas hasta quedar frente al chico.

-Digame joven señor, que es lo que mas le gusta de este animal?

Tomó la carta suavemente, agradecido, como si fuera un gran tesoro. Después de todo, por muy serio que fuera, no significaba que no agradeciera las cosas, más aún aquellas especiales como ésta.

-Gracias...

Lo miró de reojo, curioso. Se puso a pensar... ¿Qué era?

-Probablemente sea la actitud... Y los ojos...

-Ya veo... Es un animal que va muy bien con usted. Quizás sea lo mismo... -susurró mas para sí que para el joven- Quizás sea su actitud y sus ojos. -sonrió con cierto misterio, sensual en la medida que solo un vampiro podía serlo.

Ahora a tan solo unos pasos le miró, contempló su rostro y cada detalle en sus facciones, no quería olvidar tan facil esa cara, no quería que todo terminara por ya haber finalizado el truco, pero no era demaciado bueno tratando con las personas por mas que intentara parecer todo lo contrario.

-Muchas gracias por haberme concedido un poco de su tiempo.

-No hay de qué... Gracias a usted.

Le devolvió la mirada, fuerte, sensual, tal como era el pelirojo. Él no se dejaba intimidar fácilmente.

-Aunque, después de todo esto, no conozco su nombre...

Se sorprendió, después de todo no estaba acostumbrado a recibir una mirada intensa de vuelta, mucho menos a ser consultado por su nombre. Incluso en su ultimo encuentro interesante había costado mucho el poder presentarse.

-Lesther... Lesther Davant! -dijo con una alegría casi infantil.- Y usted? -tenía muchisima curiosidad por conocer quien era el otro joven, con eso, de seguro podría ser mas facil dar con él nuevamente.

-Si no le molesta decirmelo, claro.

-Es un lindo nombre. -Murmuró, agradado.

Le costaba mucho hacer amistades, o conocidos, pero el chico era agradable.

-Me puedes decir Thomas... La verdad es que mi apellido no me gusta, así... Que lo dejaré para otra ocasión.

Le habló con confianza, asegurándole una segunda vez.

El vampiro sonrió, no podía negar lo feliz que le hacía el que una persona que parecía ser dificil de tratar comenzara, de alguna u otra forma, a confiar en él.

-Esta bien mi señor, no pediré nada más, es suficiente para mi conocer su nombre y el que me permita verle otra vez.... -sin darse cuenta había sonreído lo suficiente como para haber descuidado ocultar sus colmillos, a penas se dio cuenta cabió su expresion, esperaba que el joven no lo hubiese notado. De haber estado frente a alguien del vaticano de seguro estaría muerto.

Lo miró, un tanto sorprendido, aunque no retrocedió ni un sólo paso.

-Lindos colmillos.-

Sonrió levemente, como si hablara de una broma. Claro que para él lo era. No conocía la existencia de los vampiros, y si lo hiciera, no se sorprendería en lo más mínimo.

-Y sí, será un gusto verle nuevamente, Lesther.

Volvió a inclinarse levemente.

Se sonrojó sin poder evitarlo. Lo que, por el hecho de poseer la piel tan blanca era notorio.

-Ah... eh... gracias. -dijo un tanto confundido, después de todo no era normal recibir ese tipo de reacciones. De seguro el chico no tenía idea de lo que era y el detalle de los colmillos solo significaba una excentricidad más de su parte. Asi como el maquillaje en sus ojos, como el color de sus ojos.

- No me gustaría que esto se acabara tan pronto.. -susurró un poco apenado, después de todo su sed no se había saciado.

Titubeó un poco antes de alzar la mano y tocar la mejilla del pelinegro, sutil, casi imperceptible.

-Le gustaría acompañarme? Le invito a beber, o a lo que desee mi señor.

La mano se acercó lentamente, pero antes de que éste se diera cuenta, ya le estaba tocando.
Un fuerte manotazo y una mirada airada fue su respuesta.

-¿¡Qué crees que haces!?

Le alzó la voz de manera pesada, remarcando cada palabra con fuerza, su mirada endurecida.

Oh, cómo odiaba que le tocaran. Le recordaba los toques de su padre sobre su piel. Sucio, frío.

Tembló levemente y dio un paso hacia atrás.

-Ni se te ocurra volver a tocarme, ¿entendiste?