Pescando una molestia [Johann]

Spoiler:

Todas las mañanas son iguales; me levanto apenas la luna se esconde y alisto mi red artesanal para ir a pescar. Había logrado hace un tiempo, arrendar un pequeño bote a cambio de atender gratis al dueño cada vez que fuese a mi sucucho a comer, de ese modo podía ir a buscar lo que me hiciese falta al mismo mar y evitar los precios exagerados del comercio. Me gusta madrugar, no hay mucha gente en las calles y el mar está sereno a estas horas, casi parece un cuadro de esos que venden en el centro. Me quito la camisa y la dejo en la orilla, tomo la red amarrándola a mi pecho y entro al mar, mi bote me está esperando ya en su lugar. ¿Para que traerlo a tierra si puedo nadar hasta él?

Pasan las horas y el sol sube, comienza a quemar mi espalda y la red tiembla por que algo he atrapado nuevamente. Es hora de marchar, es la hora del desayuno y yo aún no he preparado nada, mis clientes se van a molestar muchísimo y no vendrán con sus historias de recetas prohibidas. Retiro la red con cangrejos y miro el botín del día, quizás mañana no vendré...he tenido una buena pesca. Tomo los remos para volver a la orilla, el sol me dice que ya son casi las nueve. Mierda, me he atrasado...mejor llegaré a cocinar para el almuerzo.

- ¿Qué es eso?- Murmuro viendo que un bulto está tirado cerca de mi ropa y dejo la red en el suelo para examinar, parece una persona que se ha quedado dormida en la arena. Que idiota más grande, le dará insolación si sigue tan campante como está.- Oye, tú...esta playa no es para dormir. Ve a tu casa.- Tomo mi camisa y la abrocho mientras le doy una patada suave al cuerpo ese. Parece que está muerto.- ¿Estás respirando, o no? Que eres estúpido, no te va a responder si está muerto...-Me reprendo en voz alta y me agacho a revisar su respiración, sigue vivo.- Oye...despierta, que aquí no se duerme.

Algo en mi mente me decía que había hecho una estupidez y yo le respondía con orgullo que no era cierto, que era una mala mente por dudar de la astucia de su amo y señor.

Escucho una voz y luego siento una patada, estoy muerto...Pero no esperaba que los ángeles tuvieran tan mal servicio ¡Ninguno ha sido capaz de ayudar a levantarme! Me muevo con dificultad y oigo el crack de mi cuello que delata que probablemente llevo una buena cantidad de horas tirado en el suelo.
-¿Dios que tan mal me porte como para que no me ayudes?- Pregunto al aire mientras coloco mis manos en el piso y con dificultad obligo a mi cuerpo que trabaje de una buena vez. De pronto el sonido patético de mis tripas me hace detenerme a pensar.
Me coloco de pie y una mano en mi estómago hace como si quisiera callar a la bestia hambrienta que tengo en el abdomen.
-¿Estoy vivo?- Pregunto al sujeto parado en frente de mí, él me mira como si...como si yo fuera una vil rata recién salida de la alcantarilla. Mis tripas otra vez gritan que quieren algún sacrificio vegetal o animal y solo puedo abrir la boca para notar que la tengo llena de arena, no era mana. Me limpio asqueado con la otra mano y...-Hambre...-
Digo y me vuelvo a caer al piso.
Ahora si, me voy al cielo a tomar unas copas con Da Vinci.

Miro con curiosidad como se mueve, parece de esas muñecas rotas que usan en los espectáculos del centro y que tanta molestia me produce ayudar a esconder. Pero este sujeto no es una muñeca, ni menos debo esconderlo. Eso es bueno.

- Aún no merezco ser llamado Dios, me falta práctica.- Respondo divertido por sus palabras y vuelvo a tomar la red; está vivo, ya no es algo que me incumba. Me doy media vuelta para recibir la réplica de su estómago, esa replica que es más fuerte que mil pedidos de auxilio. Odio, realmente odio esto.- Mira si me acompañas puedo darte algo de comer pero...-Y escucho su cuerpo caer como si estuviese muerto.

Realmente esto es molesto.

Me volteo, vuelvo a dejar la red en el suelo y lo miro detenidamente. No es de la zona, lo noto por su cabello rubio y por el tono de su piel, debe ser de los que han llegado hace poco en barco. Quizás viene de una tierra lejana donde existen costumbres que jamás he probado o platillos tan deliciosos con los cuales no he platicado aún. La curiosidad comienza a crecer y eso es malo, si me planteo algo lo más probable es que lo termine realizando. Y si me planteo el sacarle información, quizás hasta ayudarlo podría.

- No hagas idioteces Lucas, ya es tarde y falta que cocines el almuerzo.- Me replico ya agachándome a recogerlo, no tengo mucha fuerza pero creo poder con ambas cosas.- Mira que eres tonto, ya te has compormetido.- Refunfuño con el sujeto en el hombro peligrando botarlo y mi botín de pesca en la otra. Creo que es algo triste que me preocupe por que la pesca no se dañe y no por que este hombre se desmaye.

Camino y camino, riéndome del destino dejado atrás. Una maleta en mi mano y mis honradas convicciones en mi espalda, el mundo es de este pintor ¡Los colores de su pincel podrán vencer a la oscuridad que se avecina! Pero eso en cuentos de hadas sucede, esto se llamaba realidad.

De pronto me despierto con lentitud al sentir un delicioso aroma, antes de abrir los ojos olfateo el aire, como si quisiera adivinar que comida es. Me muevo con cierta dificultad y me doy cuenta que estoy en una cama recostado, no es la gran cosa...Pero es lo más cómodo que he probado en semanas, me lleno de emoción al abrazar la almohada de verdad y no la piedra con la que me despertaba todas las mañanas.
Me restrego un poco los ojos y miro un poco mejor el lugar, las paredes son de un color oscuro y poco hogareño, realmente quien me había traído a ese lugar no tenía ni la más mínima idea de lo que era lo colorido.

"Al menos se compensa con el olor" Pienso mientras me doy cuenta que mi maleta y mi gorro de copa están encima de una mesita, al parecer no había soltado ninguna de las dos cosas mientras agonizaba en la playa ¿Como había llegado yo allí? Creo que cuando me había perdido camino a...algún lado.

-Estoy metido en un lío.-Digo al aire y me llevo una mano a la cabeza, recordaba como me llamaba...Y...qye me gustaba el color azul.

Sobre la cama lo había dejado, su gorro a un lado y su maleta que pesaba tanto a un costado. Fue un camino duro, muchas veces creí me caería por todo el peso que traía; pero no, soy fuerte al parecer y lo he soportado bien. Sólo me tomó treinta minutos más de lo usual el llegar al restaurante.

- ¡Lucas, el extraño ha despertado!- Escucho la voz de uno de los hospedados llamarme y doy vuelta la tortilla en el sartén de metal. Es mi orgullo aquel instrumento. - ¡Lucas, el extraño parece confundido!- Vuelve a gritar y suspiro, no sé por que debe gritar para que todos lo escuchen.- ¡Lucas, el extraño me está mirando feo!

Me aburro de sus gritos y bajo el fuego de la olla, dejo la tortilla en un plato y coloco algunas láminas de queso, el tomate y la carne correspondiente. No es mucho pero una tortilla italiana servirá para calmar su estómago hasta que termine el almuerzo. Tomo el plato y unos cubiertos para dirigirme a las mesas.

- ¡Hey extraño, está servido!- Grito hacia el cuarto en el interior y me siento en la barra a esperar, quiero conocer al tipo al cual he rescatado.

En el camino olvidé empacar algo llamado "sentido común" y los pinceles no me dieron lo que mi estómago pedía a gritos. El arte se volvió el verdugo y el pintor en el ladrón que un crimen cometía por idiota.

Me tapo los oídos ante los gritos del abuelo que llama desesperadamente a un tal "Lucas", seguramente es el dueño de todo esto y ha sido él que me salvó de morir entre las gaviotas.
Ósea, el idiota culpable del que no este tomando una copa con Da Vinci.
Escucho que me llaman a comer, eso es suficiente para que olvide todo y de un salto me levante de la cama para que mi nariz me guie al preciado tesoro. Mis huesos y músculos replican por la repentina acción y con un quejido comienzo a caminar solamente, el anciano se ríe de mí a carcajadas.

Saludo con una mano al sujeto que esta al lado de la comida y me siento en la mesa, mi estómago se retuerce del hambre y por primera vez en mi vida...No me siento capaz.
-No puedo comermelo.- Le digo al cocinero con voz incrédula.-Huele demasiado bien, es demasiado perfecta...No puedo...arruinar esa perfección llevándola a mi estómago...Y haciendo que los jugos gástricos la hagan nada...

Escucho risas del piso superior y comienzo a molestarme, se está tardando más de lo esperado y no soy paciente con las personas. Veo al viejo bajar aún riéndose y le pregunto con la vista que pasa, se queda callado y deja bajar a una especie de abuela joven...alto, es el extraño. Me río entre dientes de que se mueva así.

- Buenas tardes.- Saludo en respuesta a la mano y le veo sentarse, me acerco tomando una silla y me quedo mirando su reacción, pero nada ocurre. Mira el plato y no come. ¿Hay algo malo en mi comida? Si es así puede tomar sus cosas e irse a parir cuervos a otro sitio. - Cómelo, no va a pasar nada si tu estómago lo procesa, es comida...está para que alguien se la coma.- Replico a toda su palabrería, no me sirve que diga que huele bien o que se ve delicioso, yo quiero ese preciso segundo donde su boca prueba el sabor. Ese momento vale más que todas sus opiniones.- ¿O es que acaso no tienes hambre?